El movimiento

Crítica de Laura Petroff - El Lado G

La firma de la Constitución Nacional no fue una varita mágica que resolvió todos los problemas de Argentina y unió al país por completo. Mucho tiempo tuvo que pasar para que Argentina empezara a parecerse a lo que es hoy.

El Movimiento presenta crudamente la vida de las personas en esta época de semejante incertidumbre. La peste y la guerra redujeron muchísimo la población y afectó incluso a aquellos que no padecieron directamente a ninguna de las dos. En este contexto de silencio e inseguridad, el film trae a un personaje especial. Un mesías, podría decirse.

Al mismo tiempo que se realizaba la Conquista del Desierto, había muchos problemas relacionados a la posición de Buenos Aires con respecto al resto del país. Los ánimos estaban caldeados y fueron la masa propicia para el delirante personaje principal (y líder) de El Movimiento: un psicópata asesino que quiere atraer seguidores. Ellos son igual de dementes que él. Problemas entre los suyos y venganzas dolorosas ilustran sobre su personalidad e intenciones en una Pampa que hasta parece estéril.

Benjamín Naishtat ganó el primer premio con su ópera prima Historia del miedo en el Festival de Cine de Jeonju 2014, en Corea. Es por esto que fue invitado a ser parte del Jeonju Cinema Project 2015, y con cuatro meses de preparación en total logró esta obra, que fue filmada en solamente diez días. El guión fue ideado gracias a un interés de Naishtat por esa época de la historia, su gente y sus ambigüedades morales. La historiadora Milena Acosta supervisó su realización.

La aridez de los escenarios, tanto interiores como exteriores, es realzada por la elección de colores: blanco y negro. Por otro lado, la relación de aspecto sofoca tanto a los personajes como a los espectadores, y combinado con los diálogos y a veces monólogos asignados a Pablo Cedrón, se obtuvo una intensidad que definitivamente atrae al público. Sin embargo, la conexión que se logra entre la audiencia y los actores mediante primeros planos es enrarecida inmediatamente por la banda sonora (una sola canción que no es de su época sino de la nuestra). Los cortes son agresivos y duros y producen esta misma sensación de extrañamiento, como si el montaje lo hubiese hecho un niño. Un niño muy nerd al que le gusta el cine europeo.