El Motoarrebatador

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Buscando una salida

El segundo largometraje del realizador argentino Agustín Toscano y el primero en solitario, responsable del opus Los Dueños (2013) junto a su colega Ezequiel Radusky, es una comedia dramática de gran sensibilidad y profundidad sobre las heridas sociales y las vidas atravesadas por las grietas que dividen a los sujetos ensimismados en sus imaginarios sesgados por los enfrentamientos promovidos por aquellos que detentan el poder para desviar la atención de sus políticas de desigualdad social.

El Motoarrebatador (2018) comienza con una escena de violencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Dos hombres en una moto intentan arrebatarle la cartera a una mujer de mediana edad que acaba de salir de un cajero automático. Cuando ella se aferra a sus pertenencias los ladrones la arrastran varios metros por la calle hasta que la mujer queda inconsciente y se dan a la fuga no sin que antes Miguel (Sergio Prina), el conductor, pare la moto atribulado por el acto que acaba de perpetrar en señal de que algo se ha roto en su código ético. Sustraer algo debido a la necesidad de mantener a su hijo, proveer a su familia ante la desocupación es una posibilidad pero lastimar ya es demasiado. El remordimiento de Miguel hará que indague en la identidad de la mujer, Elena (Liliana Juárez), quien se encuentra internada en un hospital público y ha perdido la memoria tras el traumático incidente. Miguel se presenta como un inquilino de Elena y comienzan una relación de amistad cálida y cómica, no exenta de exabruptos, roces cotidianos y reproches.

El film está construido alrededor de una trama social de crisis y desintegración de las instituciones, características que siempre encienden el termómetro social argentino después de alguna agitada temporada neoliberal, que esconde un saqueo rapaz por parte de los funcionarios de turno a través de las empresas que representan. En este caso el caos se desata a partir de una huelga policial que deja vía libre a los saqueos de negocios, remitiendo directamente al clima político y social de 1989 y 2001, al que en la actualidad nos acercamos a pasos agigantados y esta vez con plena conciencia del abismo que nos espera, un contexto ideal para exponer a sus personajes a la realidad de una Argentina siempre al borde de la ruptura de los contratos sociales.

A partir de un episodio familiar que lo llevó a reflexionar sobre la cuestión de la inseguridad, eje de un problema social producto de la desocupación, la subocupación y la degradación de la noción de trabajo y del entramado social, tejido desgarrado por las políticas monetaristas neoliberales, Toscano analiza con gran emotividad la relación entre un ladrón arrepentido y su víctima desde un humanismo que cuestiona los roles asignados por los prejuicios de victima t victimario y las manipulaciones y reduccionismos a los que nos quieren acostumbrar los medios masivos acerca de la temática en cuestión.

Las maravillosas, expresivas y emotivas actuaciones de Sergio Prina y Liliana Juárez, dos intérpretes muy versátiles, crean a dos personajes en una relación de amistad imposible que rompe todas las barreras que la cultura de la división siembra en un relato que además cuestiona el carácter de la propiedad privada, las visiones sesgadas y los andamios de un sistema siempre a punto de colapsar por sus propias paradojas. La música de guitarras afligidas de Maxi Prietto, líder de la banda Los Espíritus, impone un ritmo de balada dura, enfática y ampulosa, del estilo del western clásico, a unos personajes cuya coraza se va desprendiendo hasta que se abren completamente el uno al otro desde la vulnerabilidad más absoluta.

En El Motoarrebatador Toscano demuestra con una extraordinaria vitalidad la capacidad del cine de reflexionar sobre la realidad desde las posibilidades de la ficción con escenas expresivas e inquisitivas que buscan retratar las contradicciones y las visiones de los protagonistas sin condenarlos ni exonerarlos para sacarlos de los lugares comunes y encontrar los problemas que les impiden escapar del círculo vicioso que los arrastra.