El libro de la vida

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

México para niños

La película comienza en el pueblo de San Ángel, un día de los muertos, hace mucho, mucho tiempo. En ese pequeño y colorido pueblo, Katrina y Xibalba jugarán una apuesta. Ambos pertenecen al inframundo, Katrina reina en la tierra de los recordados -aquellos a quienes las familias y amigos conmemoran el día de los muertos- y Xibalba reina en el oscuro mundo de los olvidados. En el pueblo viven María, Manolo y Joaquín, los tres niños son amigos inseparables, pero ambos están enamorados de María, la apuesta consiste en adivinar con quien de los dos se quedara la niña. El tiempo pasa, y los chicos han crecido, tratando de seguir las tradiciones de sus familias. Joaquin se convirtió en un valiente soldado con enormes bigotes; María estudió en Europa, de donde vuelve convertida en una culta e independiente señorita y Manolo ha heredado las habilidades de torero de su padre, pero no quiere matar toros y lo que realmente le gusta es la música. Ambos compiten por el amor de su amiga de la infancia, mientras Katrina y Xibalba tambien hacen de las suyas para ganar la apuesta.
Los personajes viven toda clase de aventuras tanto en el reino de los vivos como en el de los muertos, mientras, como en toda historia infantil, tratan de encontrar el amor, su propio camino y aprender de sus errores. Si bien la historia tiene cosas tan básicas como un triangulo amoroso, o niños que se debaten entre seguir sus propios sueños o los de sus padres, el hecho de que la historia se base en las tradiciones del día de los muertos, le otorga algunos condimentos particulares.
En general la muerte es un tema que no se trata demasiado e el cine infantil, salvo en las espantosas tragedias de Disney, pero acá se encara de otra manera, los muertos no son un tabú o una tragedia, sino que son parte de la vida, y estarán ahí siempre que los recordemos. Por otro lado, las tradiciones mexicanas no solo le aportan un interesante surrealismo a la historia sino también una expresiva y colorida estética, mucho humor y muy buena música, que hasta incluye una original versión acústica de "Creep" interpretada por un sufrido mariachi.
Si bien la película parece encarada hacia el mercado latino, tiene muchos elementos de ese México "turístico" que puede abrir un poco más el mercado, como la típica iconografía mexicana de piñatas y calaveras, chistes sobre el machismo, y mucha alegría.