El legado del diablo

Crítica de Martín Escribano - ArteZeta

A poco más de un año de su estreno en el Festival de Sundance, Hereditary ya es un clásico, cosa que no puede decirse de ninguna de las nominadas a mejor película. Al igual que ocurre con la notable novela de terror gótico Los elementales (La Bestia Equilátera, 2017), la muerte de una abuela matriarcal funciona como disparador para narrar la historia de la desintegración psicofísica de una familia “tipo”. Entre el terror y el drama familiar, entre el miedo y la angustia y en sintonía con El bebé de Rosemary (1968) y la más reciente The Babadook (2014), la ópera prima de Ari Aster va del duelo al delirio, de la sugerencia al gore puro y duro y presenta a una Toni Collette descomunal que merecía, al menos, una nominación como mejor actriz. Incluso siendo una ficción tremendamente ambiciosa, Aster logra un soberbio manejo de los recursos técnicos y narrativos para hacerse un merecido lugar entre los clásicos del terror psicológico y también sobrenatural.