El legado del diablo

Crítica de Giuliana Bleeker - Loco x el Cine

Los cultos satánicos y las retorcidas historias de linaje regresan a la pantalla grande de la mano de El Legado del Diablo(Hereditary), el premiado filme de terror sobrenatural con ecos de drama familiar. Escrita y dirigida por el joven cineasta Ari Aster, esta ópera prima que debutó en el Festival de Sundance a principios de año invita al espectador a internarse dentro del tenso y desequilibrado hogar de una familia poseedora de un legado siniestro.

La historia comienza con la muerte de la anciana Ellen Graham, la reservada matriarca de la familia que fallece luego de una dura enfermedad. Su hija, la talentosa escultura Annie (Toni Collette), intenta llevar tranquilidad a sus hijos adolescentes mientras lucha con sus propios demonios internos del pasado. La inestable atmósfera familiar alcanza su pico máximo de dramatismo cuando una tragedia impacta en la vida de los Graham.

La nena creepy

La actriz Toni Collette, quien tomo popularidad en 1998 gracias a su trabajo en Sexto Sentido y a la que pudimos ver también desplegando sus dotes cómicos como protagonista de la serie United States of Tara (2009-2011), lleva el papel más difícil dentro de este oscuro relato. Su personaje es una madre atormentada por los recuerdos de su infancia y la repulsiva relación con su dominante progenitora. Ella intenta sublevar sus traumas por medio del arte, diseñando miniaturas realistas que representan cada momento desgraciado de su vida. A pesar de que Annie ha hecho todo lo posible por proteger a sus hijos, Steve y Charlie (Alex Wolff y Milly Shapiro), de las miserias de su familia, no puede evitar que el estigma termine arrastrando a todos hacía el abismo.

Cargada de situaciones angustiantes y con algunos toques de humor negro, El Legado del Diablo se aleja de las clásicos sustos efectistas para introducirnos en un drama desgarrador sobre las relaciones humanas sostenido por un clima de terror psicológico. Aunque lejos está de otros impecables filmes contemporáneos como The Babadook (2014) o la iraní Under the Shadow (2016), hay que reconocer que el director se esmera por marcar una diferencia dentro de la reiterada temática de las posesiones satánicas.

Sin lugar a duda, las actuaciones son el punto fuerte de la película. La gran Toni Collette demuestra su versatilidad a la hora de hacernos emocionar, temblar y reír con la misma potencia. La manera en la que el personaje de Annie lleva al límite sus emociones reprimidas le otorga profundidad al relato. En el caso de Milly Shapiro, la pequeña es una verdadera revelación y logra robarse la atención del público en el poco tiempo que permanece en pantalla. El actor Alex Wolff también hace lo suyo como un joven gravemente afectado por su relación materna. Quien quizá queda un poco desdibujado en toda esta historia es el marido de Annie, Steve, interpretado por el irlandés Gabriel Byrne.

El funeral

El problema principal de la película radica en la poca utilización de los recursos a través de sus más de 120 minutos de duración. El paisaje frio y boscoso donde sucede la acción resulta bastante desperdiciado y gran parte de las escenas en la casa de la familia detentan varios minutos de sobra. Lo mismo ocurre con la niña que interpreta a Charlie. La espeluznante protagonista del afiche de la película no obtiene el lugar que se merece y esto es una verdadera pena, dado que las perturbaciones de este extraño personaje podrían haber sido mejor explotadas. En cuanto a la banda sonora a cargo de Colin Stetson, también deja mucho que desear.

El final viene acompañado de un giro sorpresivo que seguramente deje a la audiencia con algunas preguntas durante los créditos. Y quien dice, tal vez coseche la oportunidad de una segunda parte.

En resumidas cuentas, podemos decir que El Legado del Diablo es una cinta profunda e inquietante que resulta empañado por un hype desmedido. Quienes vayan con las expectativas controladas podrán disfrutar de una excelente demostración de como el terror independiente continúa firme y varios pasos adelante de aquellos refritos en forma de megaproducciones hollywoodenses.