El lado luminoso de la vida

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Historia de muy alto nivel fílmico

Este filme ha sido calificado de comedia dramática, pero tiene más de drama que de comedia. Está basada en una novela de Mathew Quick. Los derechos de autor fueron adquiridos por el productor Harvey Weinstein y el cineasta Sydney Pollack, quien tenía previsto dirigirla.
Tras el fallecimiento de Pollack, Weinstein encomendó la realización a David Russell (Tres reyes, El ganador ), quien de esta manera fue readmitido en Hollywood después de los conflictos con varios actores que lo marginaron de la industria del cine.
¿En qué consiste el "lado luminoso"? ¿Todos pueden acceder a ese estado o es patrimonio de unos pocos? ¿Cómo se manifiesta? Son preguntas que surgen de la visión de esta historia, que se desarrolla en Filadelfia y tiene como protagonista a Patrick (Pat) Solitano (Cooper), un joven que alterna la euforia con la depresión por padecer de un trastorno bipolar.
El relato lo asume cuando sale de un hospital psiquiátrico, luego de ocho meses de internación por haber agredido brutalmente, en un rapto de ira, al amante de su esposa Nikki, un profesor de Historia del mismo colegio donde él presta servicios.
Pat encontró a los amantes en la casa, mientras sonaba de fondo una canción de Stevie Wonder que ambos habían elegido para la boda. La justicia le impuso a Pat la prohibición de acercarse a Nikki.
Pero a pesar de aquel trágico episodio, sus secuelas y la "restricción", Pat sigue enamorado de Nikki y busca empecinada e incansablemente la reconciliación. Y para lograrla, se propone demostrar a propios y extraños que se ha recuperado de su enfermedad.
Al perder su casa, Pat se aloja en la de su padre, también llamado Pat (De Niro), un hombre obsesivo compulsivo que tiene restringida la entrada al estadio de Los Aguilas de Filadelfia, acaba de perder su trabajo y sufre de una ludopatía galopante. Además de ellos dos, en la casa también vive Dolores (Weaver), la madre, quien es una santa.
En uno de sus habituales trotes por las calles del barrio donde reside, Pat conoce a Tiffany Maxwell (Lawrence), una joven viuda cuyo marido murió en un accidente, que acaba de ser despedida del trabajo por causa de su voracidad sexual y también procura encontrar una luz al fondo del callejón. O eso que se conoce como "el lado luminoso de la vida".
Y aquí comienza el segmento central de esta historia plagada de incidentes, de marchas y contramarchas que ponen a prueba la enorme capacidad interpretativa de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, cuyas actuaciones producen una emoción casi tan profunda como la propia historia. Y algo similar se puede decir de Robert De Niro y Jackie Weaver.
Como es habitual en el cine de Russell, el relato está organizado sobre la base de grandes momentos dramáticos, aunque sin perder por ello la continuidad narrativa. Algunos giros pueden resultar arbitrarios, pero son necesarios para la organización de la historia. Una historia de muy alto nivel fílmico, que el espectador inteligente no debería perderse.
Para Russell, también autor del guión, la locura ya forma parte de la vida moderna, habla de las bondades del baile y la danza como terapia, y sugiere que el mejor medicamento para superar o aliviar ciertos trastornos psicológicos es el amor. No el libertinaje, sino el amor verdadero.