El insulto

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Una trama bien abordada puede ser muchas veces disparadas por algo tan grande y tan pequeño como un insulto. En algunas culturas donde las posiciones ideológicas hoy están radicalizadas, una agresión verbal se puede transformar en una bomba de tiempo.

Este filme del realizador libanés Ziad Doueieri, recordado por su película West Beirut (1998), se posicionó entre las cinco nominadas al Premio Óscar a la Mejor película extranjera en la pasada entrega de febrero.

La narración de la película está centrada en la disputa extrema que se dispara como una dinamita entre Toni, un palestino refugiado, y Yasser, un cristiano libanés, a partir de una frase descalificante (el insulto) tantas veces dicha por tantas personas, pero en este caso tan fuertemente significada que todo se sostiene desde ese balazo verbal. Toni y Yasser empujan el conflicto de la trama de manera constante, en su modelo ataque contra ataque/ casusa-efecto-consecuencia, pues sus posiciones opuestas e irreconciliables alimentan un argumento de conflicto progresivo que crece con solvencia en el tercer acto.

De ese agravio, del que jamás llega una disculpa, pasamos a sus fatales consecuencias por ejemplo en las instancias legales del caso. Los tribunales, la justicia, las ideologías religiosas, las luchas de poder, el racismo, la violencia y la falta de acuerdo constante hacen que “la palabra” se transforme en un arma más que en un potencial lazo de encuentro entre los hombres.

En una tensionada batalla de posiciones intransigentes, tanto un personaje como otro quedan en los polos opuestos y la falta de conciliación. La aceptación de otro y la pacificación ante todo, está fuera de la órbita de estos personajes.

Una recargada escritura de algunos pasajes de diálogos la hacen engorrosa y sobre escrita en muchos momentos, lo que no es el camino ideal para estos casos donde en los textos hay tanta carga dramática que la catarsis ideologista de algunos personajes, en especial en varios fragmentos del juicio, le juegan un mal paso a la trama total.

La realización en su factura visual es de un claro narrador que ordena tiempo y espacio en cada encuadre de manera solvente, atractiva a los ojos y focalizada en los personajes que tensionan cada escena con sus miradas, sus palabras y sus gestos.

Puede ser que para algunos espectadores, la temática del Medio Oriente y sus posiciones fanatizadas les resulte algo ya planteado en muchos otros filmes, de diferente propuesta narrativa pero de cierto mismo leit motiv temático.

Sin duda alguna el uso narrativo de un disparador que abre conflictos en cadena trae remembranzas de películas como La separación (Asghar Farhadi, Irán – 2011) que obviamente toma otras vertientes muy diferentes pero que surge de algo pequeño que va creciendo como una bola de nieve.

Pintada en blancos y negros, El insulto se pierde a veces de algunos matices por tocar de manera constante los extremos. Tal vez la idea de trabajar sobre los extremos todo el tiempo es el reflejo de una sociedad que en la actualidad no negocia ni dialoga sino que apunta a combatir a otro en sus diferencias y sin piedad.

Por Victoria Leven
@VictoriaLeven