El insulto

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

El insulto de Ziad Doueiri
Luego de su nominación para los premios Oscar como mejor película extranjera, se estrena el film El insulto que cuenta un drama personal que desnuda las deudas pendientes de una sociedad constantemente abatida por los conflictos en medio oriente.
Toni es un libanés afiliado al partido demócrata cristiano que considera que los refugiados palestinos tienen un trato preferencial en su país y eso lo resiente. Un día conoce a Yasser, un palestino que está trabajando en Beirut, y en un acto de odio Toni entorpece su trabajo, a lo cual el palestino responde con un insulto. Escandalizado por el hecho de que un extranjero tenga tal trato para con él, exige al jefe de Yasser una disculpa, pero al negársela, Toni decide elevar el caso a la corte, llevando ese pequeño conflicto doméstico a tener alcance nacional, resaltando así las diferencias dentro de una sociedad en la cual las deudas sociales abundan.

La crisis en medio oriente, que ya lleva siglos sin poder resolverse, encuentra en El insulto una nueva y diferente forma de ser contada. La sociedad libanesa que nunca reparó sus heridas ni reivindicó a sus sufridos debe ahora albergar a los palestinos, sin tierra, sin patria y estigmatizados por todos sus vecinos. Y en medio de eso los prejuicios, las culpas y el resentimiento de quienes no cerraron sus heridas y quienes están todavía siendo heridos.

La pareja protagónica de El insulto muestra cómo la calidad actoral es muchas veces el secreto para que un relato llegue a buen puerto. Tanto Adel Karam, en el papel del libanés Toni, como Kamel El Basha, quien encarna al refugiado palestino Yasser, logran en pantalla una tensión que excede la de los diálogos que, por momentos, terminan siendo demasiado explicativos, y logran encarnar entre ellos la impronta de un conflicto que les es común y los excede al mismo tiempo.

El código del drama legal es, sin embargo, demasiado parecido al de una telenovela y eso le quita credibilidad al relato. Las resoluciones sorpresivas, las verdades ocultas que afloran, el comportamiento irracional de los implicados, de los testigos y hasta de los abogados, contrastan con la seriedad del planteo de la película y terminan yendo en detrimento de una más madura resolución por parte del director.