Infiltrado del KKKlan

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

CUENTOS QUE NO SON CUENTO

Justo en la coyuntura.
Más de una vez escuchamos eso de que “la realidad supera a la ficción” y esta película viene a corroborarlo con creces. En cualquier otro contexto pensaríamos que Spike Lee es un exagerado e inventa relatos bizarrísimos, pero el argumento de “Infiltrado del KKKlan” (BlacKkKlansman, 2018) es una historia demasiado real, una que se conecta a la perfección con el escenario sociopolítico que se vive en el país del Norte, y en varios otros a lo largo y ancho del planeta.

Podríamos definirla como una dramedia biográfica, pero es mucho más. Entre sus momentos humorísticos –momentos que se desprenden de la historia y nunca tienen la intención de ser graciosos per se- y la violencia (física y psicológica) que desprende, “Infiltrado del KKKlan” se convierte en un documento de la xenofobia que impera en los Estados Unidos, odios exacerbados por las políticas de un presidente que no esconde, para nada, sus propios prejuicios.

Las memorias de Ron Stallworth, “Black Klansman” (2014), son el punto de partida de Lee y sus coguionistas, Charlie Wachtel, David Rabinowitz y Kevin Willmott, para contar las peripecias del mismísimo Stallworth, acá interpretado por John David Washington –hijo de Denzel, por si preguntan-, el primer detective afroamericano del departamento de policía de Colorado Springs (en Colorado).

Estamos a finales de la década del setenta, después de la muerte de Martin Luther King y, supuestamente, del final de la segregación racial en USA (¿alguna vez terminó?). La policía de Colorado alienta a los afroamericanos a sumarse a la fuerza y ahí es donde Stallworth quiere hacer una diferencia, pero en seguida va a chocar con los odios de algunos compañeros, y los prejuicios de tantos otros.

Ron es un novato que, de momento, trabaja en los archivos aguantando las burlas y el desdén de sus superiores pero, ambicioso como es, pretende trabajar como oficial encubierto, aunque su primera misión lo obliga a replantearse muchísimas cosas sobre su naturaleza y su oficio.

A Stallworth le toca infiltrarse en una reunión patrocinada por la Unión de Estudiantes Negros, cuyo orador es Kwame Ture (Corey Hawkins), líder de la lucha por los derechos civiles, considerado una amenaza por las autoridades. Ahí conoce a Patrice Dumas (Laura Harrier), una chica 100% comprometida con la causa, que le va a mover un poquito más el felpudo. (No sean mal pensados, hablamos de moral y convicciones).

Stallworth es reasignado a la división de inteligencia donde decide seguir una pista que le llama la atención: una anuncio en el diario local que busca miembros para el Ku Klux Klan, sí, así como lo leen. Ron llama, y pretendiendo ser un blanquito bastante racista, charla largo y tendido con Walter Breachway (Ryan Eggold), presidente de la “organización” en la rama de Colorado.

Haciéndola corta, consigue entrevistarse cara a cara con Breachway para ver qué anda tramando el grupete de odiadores, pero el color de su piel podría ser un problema a la hora de la reunión. Así es como el oficial Flip Zimmerman (Adam Driver) se hace pasar por él ante los miembros del Klan, mientras Stallworth sigue juntando data a través de sus conversaciones telefónicas.

Lee y compañía consiguen un relato tan impensadamente gracioso como escalofriante. Las situaciones que se dan son hilarantes y los mensajes entre líneas contundentes, pero no se puede dejar pasar que el odio que desprenden muchos de estos personajes es real, sobre todo el de los miembros más extremos, dispuestos a todo para hacer valer su mensaje.

Ante los ojos de las autoridades, los integrantes del KKK son unos fantoches inofensivos, pero con la visita de David Duke (Topher Grace), el “Gran Hechicero” de la organización, las cosas se ponen más peligrosas para Zimmerman y para Patrice, el blanco más relevante.

“Infiltrado del KKKlan” es una lección intensiva de historia: la del racismo en los Estados Unidos (por sobre todo); la de la comunidad afroamericana y cómo son percibidos (por los demás y por ellos mismos); y la del cine, que se encargó de crear estereotipos falsos y dañinos que, a la larga, repercutieron en el inconsciente colectivo.

Todo esto por el mismo precio, gracias a la mano maestra de Lee tras las cámaras, que muchas veces se autorreferencia o toma prestado el estilo blaxploitation, justamente, para remarcar lo contrario. “Infiltrado del KKKlan” estará ambientada en la década del setenta, con sus afros y pantalones anchos, pero se siente más actual que nunca porque estos temas, lamentablemente, siguen en vigencia.

Washington y Driver son el centro interpretativo de esta historia, pero sobre Harrier recaen muchas de las reflexiones más categóricas y directas de la película. A diferencia de Stallworth, Dumas no es un personaje real, pero sí está inspirado en esas incansables luchadoras del Black Power. Lee decide empoderarla un poco más y sumar coyuntura desde diferentes frentes: a la lucha de los derechos civiles, el acoso sexual y la discriminación, hay que sumarle el abuso policial y el descreimiento de las autoridades, algo que Patrice no puede dejar de ratificar.

Al final ya no hay risas que valgan porque la ficción de Lee tiene demasiado de realidad. El argumento de “Infiltrado del KKKlan” nos resulta simpático y anecdótico, pero nada que hayan hecho Stallworth o Zimmerman logra cambiar la mentalidad social, mucho menos evitar que la xenofobia se propague o llegue a su fin. Los diarios, gente como Trump o Bolsonaro, le dan la razón al realizador que, a pesar de entretenernos por más de dos horas con esta “fábula”, no puede permitir que nos quedemos en nuestra zona de confort.

Claro que como director se toma sus licencias dramáticas, y suma personajes y acontecimientos que nunca existieron, aunque su idea es clara: el peligro más grande que representan individuos como Duke, es alcanzar cargos de poder en las instituciones, desde donde pueden ejercer una influencia aún más negativa. Sí, son unos fantoches, pero unos fantoches con una ideología extremista y peligrosa tan contagiosa como el sarampión. Lee no propone tomar las armas ni mucho menos –demuestra que la violencia nunca es la solución-, pero sí neutralizarlos a través de la empatía, la educación y el respeto.

“Infiltrado del KKKlan” es una película disfrutable como tal, pero también de esas que hay que ver para no olvidarnos que la realidad siempre, SIEMPRE, supera a la ficción.

LO MEJOR:

- Spike Lee vuelve con todo y a pura coyuntura.

- Poder ser contundente desde sus temas y entretenida desde la narración.

- Qué lindo rejunte de personajes.

LO PEOR:

- Ya van a saltar los racistas.

- De esta no vamos a tener secuela.