El hombre de acero

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Vamos a arrancar con una premisa simple: El Hombre de Acero es la mejor película de Superman que se ha hecho y es la segunda mejor del género (solo la supera Batman: El Caballero de la Noche).
Dicho esto vamos a realzar un completo análisis de por qué es tan buena y hay dos palabras para sintetizar: Nolan y Snyder.
Cuando uno ve El Hombre de Acero puede apreciar la fusión perfecta de la estructura y narrativa del creador de Inception con lo visual y dinámico del hombre detrás de 300.
La responsabilidad de estos genios es muy grande ya que si este inicio de franquicia no llega a funcionar Warner va a quedar muy mal parada. Y si bien la repercusión del público aún es incierta, se puede afirmar que hicieron un trabajo excelente.
Superman es el personaje de historietas más difícil de adaptar, tanto guionistas de comics como cineastas han declarado esto en más de una oportunidad. No solo por sus grandes poderes y que es difícil que se le pueda plantar una amenaza creíble a nivel argumental sino porque es muy complicado que el espectador empatice con el personaje más allá de verlo como un dios.
David Goyer (guionista de la trilogía de El Caballero de la Noche) fue demasiado piola porque no sólo tomó como inspiración tres excelentes comics de Superman que relatan sus orígenes sino también porque supo ubicar al personaje en un lugar vulnerable y en un mundo real.
Dichos comics son The Man of Steel (John Byrne, 1986) de donde sacó mucho de lo que se puede observar en la película sobre Krypton así como también la celebre novela gráfica Superman: Birthright (Mark Waid, 2003) de donde se tomaron varios elementos de cómo repercute en la sociedad la aparición de un ser así.
Y por último Superman: Earth One (2010, Michael Straczynski) en donde la psicología de Clark está más analizada.
Otra cosa que sorprende del equipo creativo es que si bien hicieron todo lo posible para hacer lo contrario a lo que sucedió en Superman Returns, conservaron una parte que fue muy explorada en esa cinta pero que aquí encima redoblan la apuesta: estamos hablando del aspecto mesiánico.
Para el que nunca lo pensó aquí va el resumen: un padre todopoderoso envía a su único hijo para salvar a la humanidad. Esto está instalado hace varias décadas en lo que trata a todas las interpretaciones del famoso héroe.
Pero en El Hombre de Acero se vuelve a recurrir a la iconografía, se ve claramente una cruz, las palabras de Jor-El hacia su hijo hablan por si solas y la escena en la iglesia donde Clark mantiene la charla con el sacerdote se muestran detrás de ambos personajes dos imágenes muy importantes en el cristianismo: el Jesús de la duda y el de la salvación.
Más allá de ese gran condimento, el film presenta una poderosa experiencia visual y las mejores escenas de acción que un fan de Superman o amante del cine puede desear.
Por primera vez en la historia se puede ver a Superman desenfrenado a trompadas, atravesando edificios y haciendo piruetas aéreas increíbles. En términos de visuales es lo más fiel y acertado a un comic que se ha hecho hasta la fecha.
Otro gran tema para destacar es el diseño de producción, comenzando por la “vieja y gastada” tecnología kryptoniana, pasando por el simple Smallville hasta llegar al tremendo despliegue militar.
Se eliminó el bello concepto de los cristales introducidos en el film de 1978 por una onda H.R Giger. Algo que funciona muy bien mezclando lo práctico con lo orgánico.
Y si estamos hablando de lo visual es imposible dejar de mencionar los majestuosos vuelos de Superman (de diferentes formas) a lo largo de toda la película. Estos hacen que la querida frase del film de Richard Donner (“Creerás que un hombre puede volar”) quede casi obsoleta.
Yendo al personaje principal, la presencia de Henry Cavill es abrumadora. Si bien las botas dejadas por Christopher Reeve son casi imposibles de llenar, el actor inglés hace un gran trabajo imprimiéndole a Superman un mix de testosterona y sensibilidad.
Su Clark es muy cercano, el más emparejable con el público hasta la fecha y los otros dos actores que lo interpretan (en sus versiones juveniles) terminan por componer un perfecto desarrollo del personaje, con sus aciertos, sus grietas, su heroísmo y un balanceo entre lo alien con lo humano.
Las escenas con Kevin Costner aportan más dramatismo y realidad que todas las películas del universo Marvel juntas.
Y cuadro de honor especial para Russell Crowe quien como Jor-El tuvo más desafíos que los que había tenido Marlon Brando en su momento. Aquí el personaje no solo dice elocuentes discursos sino que también tiene escenas de acción muy bien logradas. Todo realzado por su gran carisma.
Amy Adams compone una Lois Lane diferente y con un giro bastante interesante en lo que es la “mitología supermanera”.
Michael Shannon no es un villano porque si, su General Zod está perfectamente justificado y su actuación es brillante.
El resto del elenco: Diane Lane, Laurence Fishburne y cia ocupan bien su lugar y no son solo nombres en los créditos.
Y si bien se extraña la épica música de John Williams, el trabajo de Hans Zimmer está a la altura de lo que suele hacer siempre.
Por todos estos elementos, y por los giros que da la historia (algunos incluso polémicos) podemos afirmar que nos encontramos ante una verdadera obra maestra.
Parece que ahora si finalmente podemos afirmar que Superman ha regresado y que El Hombre de Acero se encargará de devolverle lo más alto del podio al mejor de los superhéroes.