El hilo rojo

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Un ovillo demasiado enredado

En "El Hilo Rojo" Manuel y Abril quedan flechados instantáneamente, pero el destino hace que se separen y no vuelvan a encontrarse hasta varios años después. Lo más drástico es lo que trasciende la pantalla. Siendo una relación romántica en pleno crecimiento durante el rodaje del filme.

Manuel (Benjamín Vicuña) se cruza en el aeropuerto con Abril (Eugenia Suárez). Ambos son tan lindos que parecen destinados el uno al otro. Toman el mismo vuelo, se conocen por cinco minutos y la atracción es tan grande que deciden seguir la historia cuando pisen tierra. Pero por un problema en el aeropuerto al que arriban nunca llegan a encontrarse, y los pajaritos del amor los tenían tan atónitos que nunca se dijeron los nombres siquiera. Siete años después, un viaje a Cartagena los reencuentra en el mismo hotel, pero las circunstancias cambiaron: ambos están casados y tienen hijos. Un par de horas juntos y se olvidan de ese obstáculo (él primero que ella, pero terminan amnésicos los dos) y le dan rienda suelta a su pasión.

Llega el momento del retorno y las culpas y las obligaciones los ponen en una situación de crisis. El filme trata desde ese punto de empatarnos en su mundo y nos fuerza a ver situaciones de “tira y afloje” en este “hilo rojo”, que no se puede cortar pero sí puede quedar deshilachado de tanto forcejeo. Gente bella en una película visualmente atractiva, en un paraíso romántico, usando ropa a su altura y sufriendo de manera sexy en sus casas lindas con sus parejas lindas. Lo más drástico es lo que trasciende la pantalla. Siendo una relación romántica en pleno crecimiento durante el rodaje del filme, en escena no existe nada de química entre Suárez y Vicuña, a pesar de que sus personajes, que no dicen mucho por cuestión de guión y dirección, están bien en este contexto estético -que carece de alma-, y su actuación no es brillante pero eficiente.