El hijo perfecto

Crítica de Silvia Lopresti - Tiempo de Pochoclos

Este es el retrato íntimo de una familia de clase media, una familia con los problemas de siempre, aquellos que se acarrean por ser de naturaleza tipo: un matrimonio donde padre y madre trabajan fuera de casa y las dos hijas, Katja y Stella que conviven con realidades ignoradas por los padres.

En su corta vida, la hija mayor Katja (Amy Diamond) cuenta con un cuerpo esbelto y una gracia notable. Ésta lleva un creciente éxito preparándose como patinadora de hielo artística.
Stella, la hija menor, no tan agraciada o delgada como su hermana, observa este éxito desde su presente y su comienzo a la pubertad, lo observa y ve las diferencias, palpa las distancias, vive los secretos y presencia lo que no puede decirse... que Katja está peligrosamente cerca de la bulimia y la anorexia.

Esta producción alemana/sueca narra de manera muy refrescante la vida de Stella (Rebecka Josephson) como testigo de la decadencia hacia los grandes trastornos alimenticios de su admirada hermana Katja (personaje que será la perfecta representación de la enfermedad tratada, exhibiendo una gran cantidad de mentiras, manipulación e ira , demostrando así las facetas que arrastra esta enfermedad).

La mirada del miembro menor de esta familia: una niña/adolescente/mujer que se mezcla con la inocencia, el descuido, la desfachatez y la indiferencia del mundo familiar y exterior. Esta adolescente en ciernes brindará algo distinto ante las penurias vividas, y gobernará la mirada única y el comportamiento errático de una niña púber sobre cualquier racionalidad que un adulto quiera dar. El sentido que da Stella, con sus obsesiones, pasiones y secretos, recae en lo mundano y en lo cotidiano de su vida con una incredulidad propia de la edad, sentido que caerá en una metamorfosis continua, dando la posibilidad al espectador de ver la versatilidad del personaje y las líneas desapercibidas y delicadas del guión.

La directora Sanna Lenken fue la responsable de este film (su opera prima), así como también lo fue de su guion: fácil de seguir, fácil de hacer llegar, sin tantos adornos ni palabras en demasía, con muchos toques de inocencia y humor que hacen más interesante la historia, despojándola de todo sentido de solemnidad: una historia contada de la manera más simple. Sin descuidar por un momento la gravedad del trastorno alimenticio tratado, el relato se sitúa mucho más allá, se halla en una vivencia que lejos de parecer lejana, se hace carne del problema. La directora y guionista se basó en su experiencia personal ante la anorexia, y el comportamiento temeroso reflejado por su hermana menor ante esta situación real.

La banda de sonido es puramente instrumental. Y cada momento de la película esta sincronizado para que suene un tema con un tipo de instrumento dominante cada vez, para así señalar y enfatizar los momentos clave de ésta realización.

Las imágenes en su mayoría fueron hechas en interiores, dándole un toque de oscuridad a ciertos momentos y otro toque de luz artificial (y fría) en otras circunstancias. Las últimas escenas fueron rodadas en un bosque otorgándole luz natural y cálida en el momento necesario en el que la historia tiene que dar un volantazo.

Como punto en contra, algunas escenas en el bosque cuentan con repeticiones de comportamientos y diálogos que solo alargaron la película por unos cuantos minutos, sin llegar a reconciliar estos momentos con el resto del film y dejando en esos instantes al espectador con el sentimiento de alargamiento de la historia sin ningún sentido.

Por lo demás, esta película es recomendable para ver una problemática social que ha llegado muy lejos en todo el mundo, y que es retratada de forma particular.

Esta hermosa realización puede verse a partir del jueves 2 de Junio, en todas las salas del país.