El gran secuestro de Mr. Heineken

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

El Gran Secuestro de Mr. Heineken: Una noticia dramática para su tiempo, una adaptación a la pantalla a la que le falta esta cualidad.
Debo decir que tenía expectativas puestas en esta película ya que conozco al director, Daniel Alfredson, -más adelante sabrán por qué-, y por un casting que tiene como una de sus estrellas al siempre efectivo Anthony Hopkins.
Si hay un dejo de decepción en mis palabras, el motivo es que no fue todo lo que debió ser. Creo que el filme se apresura en presentar a los personajes y no llega a desarrollarlos del todo. Desde el principio y sabiendo en los primeros segundos que es una historia verdadera y de qué se trata, es como que pierde gracia todo lo que sigue. Demasiada información. Este barquinazo entre los créditos que tienen un estilo ochentoso. con estética de misión imposible, y la muestra de la víctima enfrentada al victimario (¿quién es quién?), en pantalla dividida a la manera de un reportaje, da la sensación de que el ritmo continuará parejo y no es así, ya que desde allí un flashback nos presentará a la pandilla que luego de un fallido pedido de crédito intenta dar el golpe del siglo, secuestrando al excéntrico magnate de la cerveza de botella verde y estrella roja (para no decir la marca que está en el título).
Las escenas en que aparece Hopkins son las mejores del filme ya que el tipo psicopatea a sus secuestradores y no tiene ni piedad con su chofer, también rehén, que realmente está asustado con su encierro y el juego de los novatos criminales.
Como contaba anteriormente, conozco otra obra de Alfredson, "Varg" (El Lobo), creo que en la Argentina no se llegó a estrenar y fue premiado por el jurado que integré en el Festival Des Filmes Du Monde de Montréal, Canada, en 2008. La gran diferencia con "El Gran Secuestro..." es que en "Varg" , no había desviaciones de lo que se quería contar, era una ficción con líneas duras y puras, no se le podía reprochar nada en la continuidad del guión y con personajes que parecían de la vida real mostrando sus problemas culturales y un drama social.
En este caso, podría haberla hecho más intensa y dramática, ya que el potencial estaba dado; por el contrario, cuando todo podría desbordarse emocionalmente o sacudirse en la acción, el público se da cuenta de que puede seguir la trama sin sobresaltos o con idas y venidas que no tienen razón de ser, o como cuando lee la crónica de un caso policial o se lo ve en un canal de noticias.
Me quedo con una frase de Mr. Heineken que es que no se puede tener demasiado dinero y amigos al mismo tiempo. Todo es cuestión de confianza y de ambiciones.
Si les intriga cómo terminó la cuestión tanto para el empresario como para sus secuestradores, vayan sabiendo que después es posible que cambien de marca de cerveza. A lo mejor es una estrategia de marketing, tal como se insinúa en un momento.
Ah, entre el reparto hay un Avatar suelto, pero tal vez no lo reconozcan porque no estará azul, es Sam Worthington.