El gran casamiento

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Demasiada felicidad

Las bodas son grandes acontecimientos familiares, pero también grandes ocasiones para que algún guionista piense en una situación de enredos que pueda desarrollarse en el transcurso de una.
La adaptación norteamericana del filme suizo “Mon frère se marie”, es justamente eso: una liviana comedia de enredos, con un elenco de notables, en el marco de una de esas fiestas de casamiento ideales: al borde de un lago, en día soleado, con pérgolas. De catálogo.
La historia es así: Alejandro (Ben Barnes) es el hijo adoptivo del matrimonio de Don (Robert De Niro) y Ellie (Diane Keaton), quienes están divorciados hace diez años. Bebe (Susan Sarandon) es la nueva pareja de Don, y exmejor amiga de Ellie. El problema es que la madre biológica de Alejandro, que vive en Colombia, es católica devota y viaja a Estados Unidos para asistir a la boda de su hijo. Por eso él piensa que, para evitar herir sus sentimientos, lo mejor es mentir y hacerle creer que sus padres adoptivos aún están juntos.
El resultado es una comedia muy simple, pero que falla en el humor: los gags son repetitivos y se basan fundamentalmente en las confusiones idiomáticas con gente que no entiende la lengua, o la religión del otro. Eso conlleva una postura que el filme transmite de superioridad a nivel progreso de los norteamericanos con respecto al resto del mundo, aunque si se observa bien, la hermana de Alejandro, humilde y colombiana, habla inglés, mientras que ninguno de los “locales” habla español.
Incluso alguna que otra línea con referencias picarescas no logra el efecto esperado. Por eso no resulta una comedia hilarante, sino apenas simpática, que sacará alguna que otra sonrisa en el espectador, pero no mucho más.
Por otro lado, hay muchos personajes secundarios, por lo tanto muchas sub-tramas, algo ideal para una telenovela que dura meses en el aire, pero que en una película de hora y media fuerza a cerrar las historias de manera brusca, en algunos casos idílica, sin profundizar, algo que empapa al filme en general de una falta de sustancia que se siente.
Lo que se agradece, y permite llevar la situación adelante es el profesionalismo de gigantes como Keaton, De Niro, o Sarandon, que actúan cualquier situación con holgura y naturalidad, y se dan el lujo de salir siempre airosos, aunque el guión no ayude.