El futuro que viene

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Cálido tratamiento de una amistad incondicional en el tiempo

El valor de la amistad trasciende fronteras y dificultades. Es un espacio de contención y sosiego, donde, en la mayoría de las ocasiones, ni la propia familia puede brindar esas condiciones de vida.
Porque los amigos se eligen, como Flor (Pilar Gamboa) quien, pese a tener una hermana, eligió como a su “hermana de la vida” a Romina (Dolores Fonzi) desde que eran compañeras de colegio, y perdura hasta la actualidad.
El proyecto ideado por Constanza Novick cuenta la relación que establecen ambas durante tres épocas distintas. Todo comienza en 1988, donde no sólo comparten el aula escolar, las clases extracurriculares y el gusto por el mismo chico, sino también el dormitorio en innumerables noches.
Luego, el salto temporal nos transporta a los primeros años del nuevo siglo, cuando Romina está casada, tiene una beba y vive con su marido en una casita del conurbano bonaerense. Allí llega un día Flor, que vino de México, donde vive, y es una exitosa escritora, a buscar refugio por haberse peleado con su novio.
En el reencuentro la relación es estupenda, pero los años y la realidad de cada una modelaron de distinta manera sus personalidades, y las rispideces las vuelven a alejar.
Por último, el relato nos acerca a la actualidad donde Flor se instala en el país con su marido mexicano y tienen una hija. Nuevamente reanuda la relación con Romina y las hijas de ambas se hacen amigas, como un legado que se transmite de generación en generación.
La directora tiene muy en claro lo que quiere contar y cómo contarlo. La precisión en el manejo de las escenas hace resaltar la química que logran las coprotagonistas. La calidez que contagian sus encuentros, los diálogos frescos y acordes a cada década transcurrida nos llevan sutilmente en el tiempo.
La película narra una historia sencilla, cuyo objetivo principal es mostrarnos la amistad de dos chicas que perdura con el tiempo. La incondicionalidad es la mayor virtud de esta relación. Más allá de los contratiempos y la distancia, el vínculo se mantiene inalterable. Porque mantienen una relación que se puede doblar, pero jamás romper.