El faro de las orcas

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

Es más una película europea filmada en suelo argentino, con protagonista y detonante de la trama argentinos, con un productor y su hija, exitosísimos, también argentos pero el hecho es que "El Faro de las Orcas", es una coproducción y se estrenó comercialmente, primero en España y ahora, llega a nuestras pampas para contar esta aventura que tiene, como decía una base de realidad y lo demás es un relato ficcionado para la ocasión.
Los paisajes de la Patagonia argentina son el escenario imponente, con Roberto ‘Beto’ Bubas, un guarda fauna que creció en la cordillera pero su atracción por el mar y los documentales de Jacques Cousteau, lo llevaron a la costa para quedarse definitivamente allí. En la vida real, el hecho es que Bubas, como biólogo marino, comenzó a estudiar a las orcas, mal llamadas “ballenas asesinas” ya que pertenecen a la familia de los delfines.
De todas maneras, la investigación de Bubas comenzó por la técnica de caza de estos animales imponentes que se acercaban tanto a la costa con riesgo de quedar varados, solo para atrapar a los lobos de mar que por esas playas pululan. Más aún, comenzó a conectarse y tener un vínculo con una familia de orcas que se presentaban cuando Beto las llamaba con su silbido o con los sonidos de una armónica.
Los hechos de este excéntrico muchacho, llegaron a oídos del gobernador de ese entonces, cuando Bubas comienza su historia con Shaka, la orca que dicen que lo salvó de una tragedia donde fallecieron su hijo y su esposa, este funcionario quiere echarlo porque teme que se ponga en peligro a los turistas por tamaño atrevimiento. Sin embargo, parece que en la vida real todos apoyaban la labor del guarda fauna y Bubas se afincó en ese lugar inhóspito y al mismo tiempo fascinante.

En la peli, un día, un niño con autismo y su madre, se presentarán en ese lugar del que Beto es el re, pero al mismo tiempo el único habitante junto a las orcas y su caballo.
El asunto es que Tristán (en la vida real, el niño que hoy ya es un hombre es el Agustín del título del libro que escribió Bubas, "Agustín. Corazón Abierto" en el que se basa la película) y su madre, Lola, hacen que la rutina de Beto se vea trastocada. Tristán, un niño español, vio en un documental a las Orcas y a Beto en acción, él nunca se había emocionado o exaltado frente a la pantalla de la tele, en esa ocasión sí y deciden, no sin dificultades ir al encuentro del guarda fauna para ver si la mejoría de Tristán al relacionarse con las imágenes de las orcas por la televisión, se hacía mayor al entrar en contacto con las verdaderas.
Las historias de estas tres personas se irán uniendo cada vez más, será un aprendizaje para todos y la naturaleza sorprenderá, librándose de etiquetas. Es impecable la fotografía de Mercedes Alfonsín, que retrata esas aguas azules, esos acantilados azotados por el viento, los colores, las distancias que podemos encontrar en ese rincón del país.
Por otra parte, los Puenzo, Luis, el padre productor y ganador del Oscar como director de La Historia Oficial, y su hija Lucía, la guionista de este filme (directora de XXY), son una garantía de buen cine. Además, es increíble el parecido físico de Joaquín Furriel con Roberto Bubas, y es un intérprete con la calidad humana que merece el rol; Maribel Verdú, se emociona cuando cuenta que en tantos años de rodajes, nunca lloró como en esta ocasión que movió sus cuerdas más íntimas representando a una madre que ya no sabe qué más hacer para que su hijo tenga conexión con el mundo, incluso enfrentándose a su propia familia y; en tercer lugar, hay sin duda que reparar en la increíble actuación de Quinchu Rapalini, la chispa que encenderá la ternura en los espectadores.

Párrafo aparte para la dirección de Gerardo Olivares, (Entrelobos, Hermanos del Viento), que no sólo tuvo que hacer una puesta en escena que incluyera actores de carne y hueso sino que el desafío se planteaba en las escenas en que aparecerían las orcas.
Vamos a quitar un poco de la magia, aunque cuando lo vean en pantalla no lo van a creer, pero la mayoría de las tomas con estos animales son con animatronics y los responsables de estas maravillas mecánicas son los que se llevaron un Oscar por los FX de El Laberinto del Fauno, David Martí y Montse Ribé fueron los supervisores del equipo, con el respaldo de los efectos digitales de Javier Bollaín y Raúl Romanillos.Su sensibilidad por los temas sociales y de naturaleza, se hace notar en el trabajo que tuvo con los actores de este film y cómo los encaminó a sacar lo mejor de sí, sobre todo en el caso de Joaquín Furriel, que venía de recuperarse de un ACV y con temor de perderse en alguna escena.
No es meramente un film que despierte la conciencia sobre la ecología, -Roberto Bubas es un ferviente defensor de las orcas en libertad-, sino también sobre síndromes como el del autismo y cómo los padres pueden lograr la estimulación de sus hijos atendiendo hasta la más mínima señal pero sin abrumarlos en la sobre protección.
Es una peli para ver en familia y disfrutar, no tiene golpes bajos sino un mensaje de esperanza para todos. Mensaje que, como dijo Joaquín Furriel, también invita a mirar hacia esa provincia de Chubut, azotada por las inundaciones en Comodoro Rivadavia y que justamente, y muy cerca de allí, en Puerto Madryn, que es donde se encuentra este santuario natural de fauna marina, se hará el estreno oficial con el equipo de la película y seguramente Roberto Bubas, para que la cultura no sea indiferente con esta realidad.