El espejo de los otros

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Ya desde el titulo se huele mal, no sólo es todo harto evidente, la especularidad de los otros, los otros en función de espejo, sino que además es cuasi chabacano, pueril, oportunista y discriminador. Los calificativos van de la mano de los episodios que presenta, cuatro para ser exactos.

No se queda en eso. Otro titulo está en danza, “Cenáculo”, posiblemente para su estreno en el exterior ¿o para ser mejor vendida?

Continuando con el “desgrasamiento” de los nombres, El Cenáculo es el lugar donde Jesús comió su última cena, podría estar en algo asociado al texto fílmico, pero visto con mucho esfuerzo.

Pero también el cenáculo, según el diccionario de la real academia española, es la reunión de un pequeño grupo de personas con ideas en común, literatos, artistas.

Convengamos que en las cuatro historias a ningún personaje, por ende en ninguna de las historias, se puede observar algo del orden de una idea original, menos pensar que entre éste selecto grupo de personajes pudiera haber algo similar a un artista, olvídese.

Los temas que trata de desplegar a los largo de las pequeñas historias son el amor, la vida, la muerte, la codicia, la soledad, la discriminación, la envidia. Demasiado pretenciosa, no sólo desde lo que intenta reflejar, sino desde la búsqueda estética, del orden de lo hueco, nada más que por mostrar lo que puedo mostrar.

Todo transcurre en algún lugar remoto, desconocido, de la ciudad de Buenos Aires, casi un mito urbano, del que todos murmuran y muy pocos conocen o saben donde está.

Detrás de una puerta común y corriente, rodeada por un muro insípido, que sirve nada más que como barrera, límite si se quiere, a los curiosos, están los restos de una catedral gótica, donde funciona un restaurante que ofrece una sola mesa por noche. Un templo derruido, sin techo. El desnivel del altar es utilizado como escenario para una pianista y una banda de jazz. Donde antes estaba la sacristía, ahora funciona la cocina. Y el bautisterio ahora es el lavamanos de un baño moderno. En la intersección de ambas naves está la famosa y única mesa que se adecua según la cantidad de comensales.

El nombre del restaurante es Cenáculo, (sin separar en dos silabas).

Todas las noches hay una reserva, (ni quiero imaginar cuanto cuesta el cubierto por persona). Nadie viene solamente a deleitarse de una gran comida, de los mejores vinos y de buena música. En los cuatro relatos los personajes que se sientan a la mesa están definiendo algo importante en sus vidas.

A toda esta galería de personajes se deben sumar los dueños, una pareja de hermanos entrada en años, y el hijo de la mujer quien además hace de cheff, cocina de autor como se le llama actualmente, a lo que se podría agregar snobismo extraído, que lo que realiza ese autor no tiene un destino muy halagador.

El problema mayor se encuentra en las historias mismas, no son originales ni tienen ningún aditamento que genere alguna expectativa. Si a todo esto le sumamos diálogos ingenuos y actuaciones poco convincentes, lo mejor en este rubro Leticia Bredice acompañado por Alfredo Casero, que hace de si mismo, lo mismo ocurre con Favio Posca en el primer relato, pero en este no hay nadie que sobresalga de la medianía, algunos por maniqueísmo a ultranza, otros por sobreactuación inverosímil. Ana María Picchio eficiente como siempre, junto a Norma Aleandro que por oficio zafa, increíblemente Oscar Martínez y Julieta Díaz no logran hacer creíbles sus personajes, en realidad una vez que cierra ese relato nada es verosímil.

Por último los dos hermanos, Graciela Borges al igual que Norma Aleandro, con mucho oficio zafa, mientras que Pepe Cibrián se notaba que se moría de ganas de hacer el papel de Graciela Borges.

Casi de una estructura similar a “Relatos Salvajes”, o sea una sucesión de cortos donde el punto de unión es el espacio físico donde transcurren las acciones, pero sin la mano de un director que sabe dirigir actores y un montajista de lujo.

Esto se hace muy evidente a partir que el filme aburre.

La publicidad reza que “Cenáculo” es una experiencia para no contar y nunca olvidará rápido posible.