No te metas con Syl En El ejecutor, el eterno Stallone encarna a un implacable asesino a sueldo al que no habría que molestar demasiado. Pese a que los años le han pasado, al protagonista de Rocky le sigue sentando bien el papel de demoledor, y en esta oportunidad le da prestancia a una película que carece de ella y se mueve bien únicamente por el lado de la acción y los enfrentamientos. En el film, ya como punto de partida, se puede encontrar alguna similitud con The Last Stand en el sentido de convocar a una figura de gran valor y trayectoria dentro del género como lo son Schwarzenneger en la mencionada cinta y Sylvester aquí, para revalorizar la proyección y cubrir una audiencia mayor, con la diferencia de que Bullet to the head queda bastante relegada si la comparamos con la protagonizada por Arnold. Básica y resumidamente, en la historia prevalecen los tiros y las personalidades por sobre un guión más que simplón y poco elaborado, esto teniendo en cuenta que lo que se busca es entretener al espectador sin demasiados diálogos sofisticados para ir directamente al grano. A cara de perro, con pocas pulgas y aún conservándose macizo, nuestro personaje principal impone sus propias reglas del juego y no escatima balas a la hora de ejecutar a quien se le cruce en el camino, pese a que su colega casual oriental le cuestione constantemente sus métodos agresivos. Pasable pero intrascendente, El ejecutor no ofrece nada que no hayamos visto antes, y resulta de esas películas amenas que uno puede disfrutar si algún día encuentra haciendo zapping una tarde noche de sábado. LO MEJOR: Stallone. LO PEOR: olvidable, simple, previsible. PUNTAJE: 5,5
Un sicario de antaño. Para aquellos que no lo sepan, Walter Hill es uno de los realizadores míticos en la historia y desarrollo reciente del cine de acción, con títulos emblemáticos en su haber como Peleador Callejero (Hard Times, 1975), Los Guerreros (The Warriors, 1979), Cabalgata Infernal (The Long Riders, 1980), 48 Horas (1982), Calles de Fuego (Streets of Fire, 1984), Infierno Rojo (Red Heat, 1988), Geronimo (1993) y Entre Dos Fuegos (Last Man Standing, 1996). Luego de un retiro que se extendió por diez años, su gran vuelta a la dirección se produce con El Ejecutor (Bullet to the Head, 2012), un film por encargo ameno y eficaz...
Los Especialistas Esta crítica va dedicada a dos estimados amigos, fanáticos de un director y un actor, que al igual que el club del que son hinchas, han conocido tiempo mejores. Cuesta imaginar que sería del cine sin Walter Hill ni Sylvester Stallone. Cuesta entender como es que dos íconos del cine de acción de los 80, nunca habían trabajado juntos aún. Sin embargo, ambos no están pasando por su momento de gloria como hace dos décadas atrás. Walter Hill, tras un par de fracasos de taquilla prefirió quedarse como productor, especialmente con todos los subproductos derivados de la saga Alien, mientras que Stallone tuvo que reinventarse solo, sacando adelante la sexta parte de Rocky, la cuarta de Rambo y las dos entregas de las bizarras Los Indestructibles...
Sylvester Stallone y el legendario Walter Hill unen fuerzas para traernos Bullet to the Head (o El Ejecutor, en nuestros pagos) un policial de acción con toques de comedia y cargado de testosterona que nos remota a las películas hechas durante los años 80. La nostalgia y la diversión van de la mano en una de las más gratas sorpresas que dio el cine de género en lo que va del 2013. LA VENGANZA FUNCIONA James Bonomo, también conocido como Jimmy Bobo (Stallone) es un experimentado asesino a sueldo con una sola regla: no matar ni mujer ni niños. Pero luego de encargarse de su último trabajo, un policía corrupto retirado, su contacto lo traiciona y su compañero es asesinado. Así Bobo comenzará una alianza con el Detective Taylor Kwon (Sung Kang), ex compañero de su última víctima, quien desea encontrar a los responsables de contratar a Bobo y saber porque su compañero fue asesinado. A pesar de las diferencias, Bobo y Kwon deberán aprender a trabajar juntos rápidamente, porque quien sea que haya querido asesinar a sus respectivos compañeros está ahora tras ellos. EJECUCION CASI PERFECTA Luego de un parate de más de 10 años, el director Walter Hill regresa al cine que mejor hacer, el policial de acción, y de la mano de ni más ni menos que de Sylvester Stallone. La carrera de este último no podría ser más parecida a la de uno de sus personajes más queridos. Cuando uno pensaba que nunca se iba a recuperar de fracasos como El Implacable o D-Tox y habiendo estrenado el fallido film Avenging Angelo directo a DVD, Stallone se despachó con una más que digna película que dio por concluida la saga de Rocky Balboa. La última película de Rambo no hizo demasiado por mí a pesar de su violencia desmedida. Pero luego vendrían los éxitos de Los Indestructibles y su secuela, que devolvería a Sly a las grandes ligas. El Ejecutor es un proyecto basado en la novela grafica francesa Du Plomb Dans La Tete, pero pareciera ser un guión original hecho a medida de Stallone y Hill. Cada uno de ellos es experto en su campo y la dupla no hizo más que potenciar el resultado final. Hill pone toda su experiencia a servicio de la película y logra un film por demás de entretenido. Las parejas desparejas son una de las especialidades de este director que en el pasado nos supo juntar a Arnold Schwarzenegger y James Belushi en Infierno Rojo o a Eddie Murphy y Nick Nolte en 48 Horas. Aquí Stallone hace pareja con Sung Kang (el japonés de Rápido y Furioso) y el dúo funciona fantásticamente. No solamente se lucen en las escenas de acción (como podemos esperar por sus respectivos curriculums) sino que lo que más sorprende es el “timing” que tienen para la comedia. Hill guarda especial cuidado en los detalles, tanto de la historia como de los personajes, lo cual termia haciendo que El Ejecutor se sienta una películas más autentica. El film tiene una importante cuota de nostalgia. Hay piñas, tiros y explosiones, incluso una original pelea con hachas y al igual que lo que ocurrió este año con la remake de Evil Dead, no hay ni un efecto especial generado por computadora en toda la película. Definitivamente un buen cambio de aire de todas las superproducciones de acción que veníamos viendo. Stallone, gracias al buen ojo de Hill y un personaje bien delineado por el guionista Alessandro Camon, nos da quizás su mejor y más sincera actuación desde Rocky Balboa. Pero no todos son elogios para El Ejecutor, el film también tiene sus problemas. El primero y principal está en la elección del actor Sung Kang para el otro papel protagónico de la película. Este papel originalmente iba a ser interpretado por Thomas Jane (The Punisher), pero el productor Joel Silver lo despidió alegando que un actor de otra etnia atraería mas público (no, no es joda esto). Nunca sabremos que tal hubiera estado Jane en el papel, aunque puedo suponerlo. Aquí el problema es que Sung Kang no tiene presencia. Junto con Stallone el actor hace un buen trabajo y esto es gracias a que el ex Rocky Balboa le permite entrar en su juego, pero cuando le toca el turno de llevar una escena por sí solo, Sung Kang derrapa. No porque sea un mal actor, sino porque simplemente no tiene ningún peso en pantalla. El resto de las actuaciones no desentonan. Incluso hay espacio para Christian Slater en la película, siendo esta la primera que estrena en cines desde el 2005 (ya era socio del club de “directo a DVD”). Jason Momoa, quien actuó en la horripilante nueva versión de Conan y supo interpretar a Khal Drogo en Game of Thrones, encarna aceptablemente al villano del film y se da el lujo de tener un emocionante y original mano a mano con Stallone sobre el final. Como suele ocurrir con este tipo de films, el guión pierde fuerza pasada la mitad de la película. Entra en un terreno sentimental que no hace más que jugarle en contra la historia, pero por suerte para el espectador no le lleva mucho tiempo a Hill volver a encontrar el camino correcto. CONCLUSIÓN Quienes aman el policial de acción de los años 80 y comienzos de los 90 definitivamente no pueden dejar pasar la oportunidad de ver El Ejecutor. Incluso si no sos un seguidor de dicho genero, la película entrega una buena dosis de entretenimiento y adrenalina acompañada de una historia que aunque pueda sonar un tanto genérica, se las arregla para traernos algunas cuantas sorpresas. Gracias al buen ojo de Walter Hill, el resultado final está un paso por encima de las propuestas del cine de acción actual.
Nunca me gustó Sylvester Stallone, pero debo reconocer que admiro lo que ha hecho con su carrera. A esta altura el tipo debería estar haciendo cameos, o estar protagonizando películas de cuarta directas a video tal como Steven Seagal o Jean Claude Van Damme. Pero además de músculos Stallone posee cerebro y, ante todo, siempre ha sido un hombre de negocios habilidoso. A la hora de resucitar dinosaurios con nuevas secuelas, se anotó con las meritorias John Rambo y la última de Rocky; se creó un nicho propio - el de héroes de acción de la tercera edad -, y se ha reinventado como icono de culto, sea con Los Indestructibles, o bien protagonizando pasables vehículos de acción en donde exhibe un formidable cuerpo que sería la envidia de cualquier tipo con menos de 30 años. Y eso que estamos hablando de un geronte de 66 pirulos de edad. En ese sentido, Una Bala en la Cabeza / El Ejecutor no es lo que se dice una obra maestra; apenas llega al nivel de pastiche de acción potable, y eso es porque Walter Hill está detrás de cámaras y sabe dirigir las balaceras con un brío que pocos tienen en la industria. La historia es tonta y lineal, y sólo sirve de excusa para que Stallone rompa un par de cráneos y muestre el excepcional físico que posee a su avanzada edad. Resulta curioso que todo esto esté basado en una novela gráfica de origen francés, ya que la misma podía tener más de dos neuronas - a final de cuentas si uno demora para hacer un comic es porque pone algo de empeño en intentar ser original o, al menos, en parodiar un género en especial... cosas que en absoluto ocurren aquí -, y podía contener una cuota importante de homenajes al género, la cual simplemente brilla por su ausencia. En sí El Ejecutor no deja de ser pura rutina ochentosa, haciéndome recordar a títulos como Infierno Rojo o Cobra, filmes que servian para matar el tiempo entre todas las persecuciones, peleas y balaceras que vomitaban pero que resultaban incapaces de exhibir un mínimo de sofisticación (u originalidad) en la historia. Quizás las mejores cosas del filme pasen por ver a Sarah Shahi desnuda (aunque sea fugazmente), y por darle la oportunidad a Jason Momoa de mostrar su costado bad ass (aquí como letal asesino que persigue a Stallone & Cía), papel en el que resulta bastante potable. Yo creo que el personaje de Momoa es mejor que el de Stallone, más salvaje y cerebral, y quizás hubiera merecido el triunfo. Sly, por su parte, tiene tanto gimnasio y esteroides sobre el lomo que le resulta imposible mover el cuello y parece un muñequito Ken pasado de anabólicos. Incluso cuando se desnuda se ve tan impresionante que pareciera que todas sus venas estuvieran a punto de explotar, reventándole la piel. Mas allá de eso, ésta es una de bala va, bala viene, trompadas, corridas y chistes fáciles. Incluso tiene el grave problema de desmoronarse sobre el final, simplificando (y masacrando) el climax, quizás por un intento tonto de darle algo de estatura moral al héroe... el cual es (y toda la vida ha sido) un asesino egoísta y sin conciencia. Por lo demás los meritos se restringen a varios detalles anecdóticos, como el retorno al circuito de varios retirados y off shore - los que van desde Walter Hill a Christian Slater, éste último en un rol que es más nominal que útil -. Ni siquiera el villano principal resulta amenazante, aunque debo admitir que Adewale Akinnuoye-Agbaje tiene cierto salero que resulta interesante de ver. Por lo demás es rutina tolerable y hasta por momentos efectiva, liderada por un héroe de acción al cual se le pasó la fecha de vencimiento hace un par de décadas pero que hace lo imposible por camuflar su caducidad.
Cuando el cine se sabe mítico El gusto que significa reencontrarse con una película de Walter Hill no tiene precio. Hubiese sido mejor en un cine, pero el dogma cada vez más exclusivo sobre cuáles películas llegan a su estreno, hizo que El ejecutor fuese otro de los muchos títulos anunciados, luego postergado y finalmente truncado. ¿Y por qué es un gusto? Porque se trata de alguien de la vieja guardia, la del cine del Hollywood de los '70, heredero de la estilística de Sam Peckinpah, capaz de hacer westerns de ciudad o en el Oeste, con tipos curtidos, solitarios, duros, pandilleros. Allí, entonces, Peleador callejero (1975, con Charles Bronson), The Driver (1978, con Ryan O'Neal), The Warriors (1979) y Cabalgata infernal (1980, una de las favoritas de Bioy Casares). O las buddy movies que inaugurara con 48 horas (1982, con Nick Nolte y Eddie Murphy), más el clima noir encarnado por Mickey Rourke en Un rostro sin pasado (1989). El ejecutor cumple con el regodeo que significa amar el cine de géneros, mixturarlo, disfrutarlo, con reminiscencias fílmicas que rebotan sobre la filmografía propia. Es que Hill ha filmado tanto y de manera tan apasionada, que un universo de cine le corresponde por derecho propio. Allí dentro caben todas las encarnaciones de sus personajes, entronizadas ahora en el rol de mito de Sylvester Stallone: síntesis que el cineasta logra desde la sucesión de fotos del legajo policial del killer Jimmy Bobo (Stallone), repaso que es guiño para cualquier cinéfilo, capaz de leer en el rostro del actor el paso del tiempo, las décadas sucedidas, las películas protagonizadas. Jimmy es traicionado, y de manera obligada tendrá que hacer dúo con un policía joven (Sung Kang). Lo que en uno es experiencia, en el otro es tecnología, buenos modales, confianza en la misma policía. Una red de sobornos, chantajes, crímenes, atan cabos que resultarán de una manera prevista para lo que significa cualquier argumento similar. Pero acá no se trata de encontrar mayor o menor ingenio de "guión", sino de plasmar una sensibilidad fílmica. Allí, por eso, es donde de veras aparece el guión. No desde la sucesión argumental, sino desde la fibra interior de sus personajes. En este sentido, El ejecutor es una buddy movie y es cine negro. Pero también es un western, con momentos clásicos de saloon. Más la referencia de cómic, o mejor de band dessinée, que tiene por estar basado en el álbum editado por Casterman, obra de Matz y Wilson: por momentos, la fotografía da el tono anaranjado justo, también azul, como si se tratara de fondos de cuadritos de historieta.
Si tenés ganas de pasar un buen rato viendo trompadas, persecuciones y tiros dentro de una historia bien armada y muy entretenida, El ejecutor es una muy buena opción para no dejar pasar. Lo mejor que tiene es que está hecha como las películas de antes con un mínimo indispensable de efectos especiales donde lo que más se disfruta es ver a los actores realizando...
Una bala malgastada Yo soy de los cree que Sylvester Stallone aparenta 20 años menos, más allá de los esteroides, las cirugías y las miles de críticas que suele recibir del público. Para mí es notable lo bien que ha llegado el tipo a sus casi 70 años y sinceramente todavía disfruto de verlo en la pantalla interpretando a héroes de acción. Esta película, sin embargo, no es su mejor exponente. Bullet to the head es un intento de volver al cine de acción de los 80’, que falla en presentar una trama interesante y en la construcción de sus protagonistas. Las escenas de acción están bien logradas y la actuación de Stallone está acorde con el personaje que le toca interpretar, pero el argumento es tan mediocre que cuesta quedarse sentando viendo. No hay sustancia narrativa de ningún tipo, sino apenas secuencias que corren una tras otra forzadamente. Ni los personajes, ni el conflicto central llegan a llamar la atención del espectador en esta pobre entrega, que apenas si entretiene al momento de los golpes y los tiros. Bullet to the head es una bala cinematográfica que conviene esquivar. Es básicamente una pérdida de tiempo.