El discurso del rey

Crítica de Martín Morales - MM Críticas

EL MIEDO A UNO MISMO

Mientras que muchos encontrarán más atractivo el desarrollo de un relato puramente histórico en el que se plantee la problemática política, económica y social durante el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, haciendo énfasis en las decisiones de cada uno de los países ante el poder de Hitler, a Tom Hooper le llamó mucho más la atención contar el conflicto personal del Rey George VI al tratar de decir sin dificultades un discurso por radio luego de la declaración de la guerra a Alemania. El resultado es una intensa, interesante y maravillosa pieza de arte.

La historia se centra en el Rey George VI, quien es tartamudo y que, luego de la muerte de su padre y de la abdicación del poder de su hermano, va a tener que asumir el reinado. Él va a contratar a Lionel Logue para que lo ayude a tratar de controlar su problema de fonética.

La cinta desde el comienzo deja en claro el rumbo de la historia. Aquí no se van a desarrollar con profundidad problemas políticos, aunque siempre están presentes y forman un entorno mucho más estresante y significativo, sino que se presentan las relaciones del protagonista, el Duque de York, con su alrededor y, principalmente, se introduce el conflicto principal de la película, su problema con la tartamudez. Es así como desde un principio se da a entender la intención del director al mostrar las reacciones del hombre ante los diferentes especialistas que tratan de controlar su problema.

Una vez introducido el conflicto, la cinta no pierde el tiempo en situaciones paralelas ni en problemáticas que poco aportan a la historia. Se crea una relación muy fuerte con la esposa del protagonista, la compañera de su vida; se toman los minutos necesarios para desarrollar con detallismo la rutina de Lionel Logue y mostrar su familia y su relación con cada uno de los integrantes; se crea una tensión muy bien lograda en el entorno familiar del Rey George VI, la relación con su padre, con su madre y hermano (esa escena en la fiesta en la que el hermano se le burla en la cara es muy fuerte y muestra el quiebre de las personalidades de ambos); se muestran los procedimientos con los que se va a tratar de "curar" al hombre y, en especial, se van creando pequeñas escenas en las que se van mostrando las diferentes reacciones del protagonista ante su problema, las cuales dan a entender una verdadera identidad reprimida e impulsiva (la charla en la que se le pide que cante mientras abre su corazón y al mismo tiempo trata de armar un avión de colección, es maravillosa).

El guión es decisivo y determinante en su manera de contar la historia, se crea suspenso a partir de pensamientos o pequeños movimientos y en todo momento se puede apreciar una perfección técnica que acompaña con exactitud el relato. La fotografía es hermosa, no solo en las pocas pero efectivas tomas generales a las afueras de las locaciones, sino que se muestran ángulos, planos y enfoques que embellecen la historia y la hacen un deleite para los sentidos. Hay desencuadres que aportan mucho dramatismo, maravillosas tomas contrapicadas con la intensión de maximizar la identidad de las personalidades que esperan el discurso; una gama de colores que va desde el azul hasta los plateados y dorados de los detalles de los palacios y un manejo de la cámara muy fluido y delicado. La banda sonora aporta sentimiento y fuerza a muchos momentos.

Las actuaciones son excelentes. El trabajo realizado por Colin firth presenta una potencia y una dedicación que desde el primer segundo en escena se destaca por sobre el resto. Su fluidez al encarnar los problemas fonéticos de su personaje y al mostrar reprimidos muchos de los sentimientos que lo carcomieron por años, es maravilloso. Quienes lo acompañan, de la misma manera, aportan actuaciones muy bien logradas. Helena Bonham Carter le brinda a su rol esa determinación a la hora de encarnar su personaje de Reina, al mismo tiempo que le da amor y ese aguante, que va más allá de toda formalidad, a su marido. Geoffrey Rush, en el papel de Lionel Logue, lo dota de expresión y de una fraternidad muy bien lograda. Guy Pearce, el hermano, se destaca en ese momento en el que expresa su verdad; Michael Gambon, el padre, un intenso personaje, muy bien interpretado, y Timothy Spall, que está poco en pantalla, pero que se hace notar en sus pocos minutos en escena. Grandes actuaciones, grandes demostraciones de talento actoral.

"The King´s Speech" es una película redonda, que puede ser previsible si se presta atención solo a la historia, pero que desde que empieza hasta que termina mantiene atento al espectador, lo atrapa, le muestra un relato bien contado, con una perfección técnica asombrosa, con un trabajo por parte de Tom Hooper alucinante y actuaciones soberbias y excelentes. Una gran película, un drama diferente, original y, por sobre todas las cosas, de calidad.

UNA ESCENA A DESTACAR: el discurso final y la escena en la fiesta.