El décimo infierno

Crítica de Sabina Di Marco - Cine & Medios

Sexo, locura y muerte

El escritor Mempo Giardinelli debuta en el cine como codirector de la adaptación de su novela "El Décimo Infierno". La historia transcurre en su Chaco natal, específicamente en la ciudad de Resistencia. Allí viven Alfredo (Patricio Contreras), y su amante Griselda (Aymará Rovera), que es también la esposa de su amigo y socio en una inmobiliaria.
Por razones que el autor atribuirá al calor de la ciudad sumado a las pocas alternativas que alguien de la edad de Alfredo tiene en la vida, una noche él decide asesinar a su socio, a sangre fría y sin premeditación. Griselda le asistirá, sorprendida pero cómplice, y a partir de ese momento comenzarán una huida que los rodeará de violencia y locura, y los condenará a este décimo infierno que Giardinelli agrega a los de "La Divina Comedia" de Dante Alighieri.
La historia que propone el libro es interesante, sin embargo la adaptación de la novela al cine nunca es fácil, incluso para su propio autor. En este caso, hay muchos textos en voz en off, narrados por el protagonista, que tienen un valor interesante como prosa, pero deslucen en la versión fílmica, ya que son apenas acompañados por las imágenes. Así se da que haya mucha imagen que parece más ilustrar el texto que tener entidad propia (como cuando él en el auto narra un accidente y se ven explosiones que supuestamente sólo estarían en su imaginación).
La calidad de la filmación es considerablemente pobre, y la elección estética de un exceso de planos detalle, en especial de fuegos, colillas de cigarrillo encendidas y luces rojas que suelen terminar en fuera de foco, llega a cansar al espectador. Si bien la idea es transmitir la sensación del calor del infierno, termina resultando demasiado repetitiva. Lo más destacable es el trabajo de Patricio Contreras en su composición de este hombre que encuentra en la transgresión el medio para sentirse vivo.
Con un final algo predecible considerando la evolución de los hechos, y sus limitaciones estéticas, la película apenas resulta correcta. Como curiosidad, hay un cameo de Giardinelli al mejor estilo Hitchcock.