El club de los 50

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

LA MÚSICA, EL ELIXIR DE LOS SENSIBLES DE LA SOCIEDAD

El documentalista Sergio Costantino entrega una nueva producción sobre la historia y la importancia de la música argentina, en especial del rock nacional. Ya habiendo abordado en sus films anteriores las historias de Federico Moura y Miguel Abuelo, dos íconos del rock argento, en esta oportunidad, con El club de los 50, ofrece una mirada cómplice sobre las figuras desdibujadas en este ámbito musical específico: aquellos músicos, cantautores, guitarristas, compositores, que si bien fueron y son parte importante del proceso de consolidación de este género en las décadas de ‘60 y ‘70, han sido opacadas por el estrellato de las figuras más renombradas de rock. Industria cultural, diría el querido Theodor Adorno ya en los años 40.

Mezclando música, testimonios, registros de presentaciones e imágenes mezcladas con animación, el film se presenta secuenciado en cinco episodios, cada uno de los cuales tiene un tema presentación y un tópico distintivo que responde a dicho tema y a alguna cuestión del género en particular. El director se presenta en una enunciación explicita, mostrándose en escena, haciendo oír su voz y realizando una reflexión a modo de presentación al inicio de la película. Se ponderan los primeros planos para el momento de las entrevistas, los planos detalle cuando se exhibe la destreza en la utilización de un instrumento y la coloración en blanco y negro para generar, quizá, un efecto más de registro documental y de nostalgia por la impronta que estas figuras supieron construir.

Conversando, metiéndose en la intimidad de su quehacer artístico y de su cotidianidad, el autor nos familiariza con Willy Crook, Claudia Puyó, Gustavo “El Vasco” Bazterrica, Ica Novo, Tito Losavio y Cuino Scornik, figuras de gran impronta dentro del rock, pero que, como bien se dice en el documental, “se cagaron en la fama” y siguieron construyendo desde los cimientos la música que ellos aman. En el inspeccionar de estos renombres, el film postula una interesante reflexión sobre la práctica artística, la recepción y la concepción espiritual sobre el arte. Se habla de los mitos que rodean el rock y al arte en general, de la pasión que genera dedicarse a lo que uno ama, de lo bien que se siente tocar música. Se postula la idea de la circulación de energías en las presentaciones en vivo, en este devenir mágico que es la convivencia de cuerpos para presenciar un hecho artístico (ya sea teatral, cinematográfico, musical).

Hermosas reflexiones salen de quienes han conseguido hacer de la práctica de lo artístico su forma de vida, de felicidad y de orgullo. Es interesante para pensar y desmitificar la idea de un genio creador en la figura del artista, ya que el documental muestra la parte humana de quienes hacen; su dedicación, admiración por los pares, su formación y la autorreflexión de su propia práctica.