El club de los 50

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Documental diferente, creativo,alejado de los convencionalismos

La fama, el dinero y el éxito dentro del ámbito musical vienen aparejados a un sistema de explotación comercial manejado por pocas y grandes compañías discográficas, que digitan la vida de los artistas, sus productos, la manera de difundirlos y también comercializarlos. Con estas reglas de juego, impuestas hace décadas, queda en ellos aceptarlas y entrar en la vorágine de la explotación artística, o apartarse y desarrollar su profesión de la manera más digna y seria posible.
Con estos principios se mueven un grupo de rockeros que respetan el dogma de la segunda alternativa expuesta anteriormente. Son los que no aceptan el sistema establecido, quieren ser libres a su modo y tocar la música que quieren y sienten, sin estar sometidos a nada ni a nadie.
Estos músicos son retratados por el director Sergio “Cucho” Costantino en un documental necesario para comprender el lado “B” de este mundo.
Su estética está realizada en un impecable blanco y negro, matizada con dibujos de igual característica, en la presentación de ciertos músicos como si fuese una historieta de oscuros héroes marginales.
La decisión exclusiva de apartarse del sistema es muy personal. Mientras la mayoría de los que comienzan quieren llegar a ser reconocidos y poder vivir de lo que hacen, están los que llegaron y necesitan por todos los medios, mantenerse en el estrellato y, por último, se encuentran los personajes referidos en esta película.
Porque Costantino entrevista a varios músicos, autores, compositores del rock nacional que, en su mayoría, fueron famosos, en definitiva, ganaron plata, y fueron exitosos. Pero en un momento de sus vidas le dieron la espalda al éxito , no quisieron “transar” más con el sistema y se volvieron independientes. No son decadentes, ni melancólicos, simplemente están orgullosos de lo que son, porque se convirtieron en una cofradía, se requieren unos a otros para tocar en sus conciertos que realizan en pubs, boliches, o pequeños teatros.
No hay remordimientos ni nostalgias por los tiempos idos, ni por lo que pudieron haber sido si seguían como en sus comienzos, viven únicamente el presente, por lo que están felices y conformes con sus carreras.
El documentalista no profundiza demasiado, simplemente, como amigo de ellos, los deja declarar sin sentimentalismo, solo justifican sus decisiones criticando las condiciones a las que deben someterse y que no las aceptan.
El film tiene mucho ritmo, deja al espectador con ganas de ver y escuchar más música, sumado al arte del comienzo, que mantiene a lo largo del relato y lo enriquece, distinguiéndolo como un documental diferente, creativo, original, alejado de las convenciones, casi tanto como los rockeros retratados.