El chico de la bicicleta

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

El amor puede ser más fuerte que la violencia

Es otro cuento moral de los hermanos Dardenne, cuya filmografía registra títulos tan significativos como Rosetta (1999), El hijo (2002), El niño (2005) y El silencio de Lorna (2008).
En este caso, el protagonista es Cyril, un adolescente de once años, interpretado de manera admirable por Thomas Doret. Fue internado por su padre en un hogar de menores, con la promesa de volver a buscarlo, cuando reúna el dinero necesario para comprar una casa.
Pero esto no ocurre y Cyril se desespera por volver a tomar contacto con su progenitor. Después se sabrá que dejó el departamanto que habitaba y se radicó en otra ciudad con la idea de rehacer su vida. Inclusive vendió la bicicleta de Cyril, que es para él un símbolo de libertad.
En su fuga, se refugia en una peluquería para damas y se abraza a Samantha, la dueña, quien instintivamente decide protegerlo contra quienes lo persiguen. Inclusive acepta que venga a vivir con ella los fines de semana.
Y aquí comienza el segmento central de la historia. Cyril es un chico rebelde que mantiene su obstinación de descubrir el paradero de su padre. Necesita desesperadamente afecto y Samantha comienza a prodigárselo en dosis crecientes, pero también sin concesiones.
Por causa de un incidente con otro chico, en la vida de Cyril aparece el líder de una banda que procura captarlo, porque observa en él el aprendiz ideal para el robo. Y por esos andariveles, los directores van organizando una fábula sobre el duro aprendizaje de la vida.
A pesar de todas las vicisitudes en las que se ve envuelto Cyril, a quien le han robado la infancia, El chico de la bicicleta es una película más esperanzadora que las anteriores de los Dardenne. Ellos mismos lo han reconocido en el Festival de Cannes, donde ganaron con este filme el Gran Premio del Jurado.
La idea motriz de los directores en esta historia es que el amor puede ser más fuerte que la violencia. También plantean la necesidad de superar el feroz individualismo que rige en la sociedad y recuperar a la familia como núcleo clave para lograr un desarrollo equilibrado de los niños.
Sin embargo, los directores eluden las explicaciones psicológicas. En cambio, mantienen su línea realista y su habitual ascetismo narrativo.
Y a diferencia de sus filmes anteriores, en El chico de la bicicleta se observa un ritmo más intenso e inclusive incorporan la música sinfónica, mediante cuatro pasajes del Concierto Nº 5 para piano de Beethoven, que aporta serenidad en los momentos más álgidos de la historia.