El cazador y la reina del hielo

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

En el último tiempo fueron varias las adaptaciones de clásicos de la literatura infantil y que se tamizaron con una impronta oscura, mucho más adulta, quizás para lograr atrapar a otro tipo de público en las salas.
El caso de El cazador y la reina de hielo (2016) secuela de Blancanieves y la leyenda del cazador (2012), ambas de Cedric Nicolas-Troyan, asume el riesgo de trabajar con la idea de la leyenda detrás del espejo que disparó la terrible amenaza de la bruja Ravenna (Charlize Theron) sobre todo el mundo.
En esta oportunidad, Ravenna influenciará a su hermana Freya (Emily Blunt) para que deje de tener bondad y a su vez, la alejará de su amor obligándola a asumir una identidad diferente a la que ella tenía hasta ese momento.
Convirtiéndose en La Reina de Hielo, Freya será la encargada de dirigir un ejército para cumplir con el objetivo de defender al reino de cualquier posible amenaza sobre el mismo, y, principalmente, de las que la propia Ravenna ejerce en el lugar.
Paralelamente, Eric (Chris Hemsworht), el cazador del título, verá cómo su amor con Sara (Jessica Chastain) se trunca, por el recelo con el que Freya vea la relación y la posibilidad que ellos sí puedan concretar su pasión y vivir juntos.
El ambicioso guión de Frank Darabont y equipo, elucubra una serie de situaciones problemáticas, las que, además, configurarán un pleno ejercicio de narración clásica y entretenida, por lo que no quedará duda alguna de la integridad de la propuesta.
Visualmente impactante, con un despliegue de producción único, que se realza gracias a los efectos computarizados, que, por ejemplo, solidifican un estilo, al salir de la sala lo único que se quiere contar se pierde en la gran maraña de decisiones en la que se verá envuelto cada uno de sus personajes.
Así, “El cazador y la reina de hielo, va avanzando en la compleja trama, con paso firme y lento, seguramente para poder explorar la historia de amor, pero también la historia de recelo y venganza disparada por Ravenna y apenas contenida por Freya.
Si una ama, la otra odia, si una odia, la otra intenta explicarle la necesidad por respetar las decisiones que llevaron hacia un espiral de acción y violencia inevitable, pero que, en el fondo, es parte también de su vida.
En la sentencia de muerte de cada personaje, y, principalmente, en la de los protagonistas que se guiarán de manera errónea por la frase que Ravenna le indica a la atormentada y dolida Freya “no existe el amor, es una mentira”, estará la clave de una película de género, que sabe que no trascenderá como objeto o producto novedoso, pero que, en el placer de transitar el camino hacia la resolución final, que involucra un trabajo en conjunto de la pareja y del resto de los cazadores que rastrearon el espejo que influenciaba a Ravenna y su hermana, estará la posibilidad de consolidar su potente propuesta, plena de efectos especiales y de una estética única que deslumbrará a los espectadores.