El buen amigo gigante

Crítica de Valeria Massimino - Revista Meta

UN GARGAMEL BUENO
Steven Spielberg regresa con esta película que mezcla animación y actores, luego de cinco años de su experiencia con la completamente animada “Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio” (2011), y nos trae uno de esos mundos que sólo él está acostumbrado a brindarnos: deslumbrante. Con grandes efectos visuales. El director sigue teniendo la magia de narrar de una manera única.

Basado en el increíble libro del genial escritor británico Roald Dahl, de 1982, (que a su vez se basó en un cuento del mismo autor pero del año ´75), donde una niña huérfana es protagonista junto a un gigante, el último que queda en la tierra y que es bueno, porque, por supuesto hay otros, pero que no han evolucionado, que quedaron en la prehistoria y que aun desean comer niños.

El actor Mark Rylance (“Puente de Espías” y Oscar 2015) es quien rellena el cuerpo del gigante, y es quién procura los grandes momentos divertidos, emotivos, y de enseñanza. Ruby Barnhill, interpreta a la niña huérfana, Sophie, con un papel impecable, que incluso en ocasiones “opaca” al gigante. No es la típica niña que suele verse en estas películas.

Melissa Mathison, fue la guionista del film, adaptó a la perfección esta historia, un homenaje a ella también, fallecida hace menos de un año.

El buen amigo gigante, es un Gargamel (Los Pitufos) cálido, con sentimientos y no solo de un gran tamaño, sino con un gran corazón y alma, que además sabe leer y por suerte es vegetariano… Luego de que Sophie lo descubra una noche, mirando por la ventana, la lleva al país de los gigantes y ahí comienza toda la aventura. Hay magia en la tierra de los sueños, donde el gigante y Sophie los capturan, pero también hay pesadillas. Este film no es solo una historia donde todo es color de rosas: hay un orfanato, secuestros, niños que desaparecen, canibalismo, gigantes malos, y la Reina de Inglaterra tiene que intervenir… ¿Qué hará con los gigantes malvados?