El aprendiz

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Buenos espías.

El inconsistente Roger Donaldson (Cocktail, 1988; The World Fastest Indian, 2005) vuelve a las andanzas con una nueva película basada en el best seller There Are No Spies de Bill Granger. El guión estuvo a cargo de Michael Finch (Predators, 2010) y Karl Gajdusek (Oblivion, 2013). La última película del prolífico director, El Aprendiz (The November Man, 2014), es un thriller de espías situado en Belgrado en la actualidad, sobre los orígenes de la guerra de Chechenia y los crímenes de Rusia durante el conflicto.

El agente Deveraux (Pierce Brosnan) es un miembro retirado de la CIA que accede a volver a participar de una misión para sacar de Rusia a una antigua amante infiltrada entre los asesores de campaña de uno de los candidatos a presidente mejor perfilados para ganar las elecciones en la ex Unión Soviética. Tras el fracaso de la operación, vuelve a Belgrado y comienza a investigar los crímenes de guerra de los generales rusos en Chechenia a través de una asistente social, Alice (Olga Kurylenko), quien parece ser la única conexión con una víctima del conflicto que podría hundir la carrera del poderoso general y candidato a presidente ruso, Arkady Federov.

Con toques de humor y giros inesperados, El Aprendiz critica la lógica de control de la información del mundo del espionaje gubernamental y del abuso de poder de las agencias de inteligencia, enfrentando a dos generaciones de espías en un homenaje a la paciencia y la astucia por sobre la fuerza y la tecnología. Sin perder nunca su carácter de entretenimiento, la película logra buenas escenas a través de las correctas actuaciones del elenco, logrando así mantener el suspenso en una historia que nunca logra ni pretende transcender la lógica de las películas clásicas de espionaje y del siempre vigente reto entre maestro y alumno.

A diferencia de las epopeyas de espías que complejizan el devenir, El Aprendiz va de mayor a menor, simplificando la trama hasta convertirse en un relato de abuso de poder. La falta de ideas del final se traduce en falta de ingenio para las resoluciones de los giros argumentales, y así el opus de Donaldson termina buscando más la sonrisa que el suspenso. A pesar de todo esto, la obra mantiene su interés y su encanto como espectáculo, en tanto y en cuanto no se espere mucho más que un poco de carisma de un especialista en el género como Pierce Brosnan.