El amor menos pensado

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

¿De qué está hecho el amor? Marcos (Darín) y Ana (Morán) se encuentran al fin solos cuando su hijo se va a estudiar a España. Llevan casados 25 años. Ana se pregunta: qué hay después de esto. ¿Esperar un nieto? Y algo más: ¿Están enamorados o están acostumbrados? Las ganas de explorar otras cosas los llevará a separarse. Y a partir de allí, los dos (lo bueno del guión es que están muy equilibrados los roles, hasta en las dudas) buscarán saber qué hay más allá de este vínculo seguro y afirmado que al parecer necesita otro aire.

Fluida, elegante, sensible y con muy buenos momentos, “El amor menos pensado” es una comedia romántica que no teme internarse en otros géneros para hablar de lo de siempre, del amor y las múltiples puertitas que va abriendo y cerrando. La película juega limpio. Aunque Marcos y Ana son al fin los reflejos de un vínculo que nunca se define (ni siquiera en la despedida o en el reencuentro) lo que vale subrayar es que los otros personajes –creíbles, interesantes- van encontrando también un buen lugar en el relato. El film está organizado casi como una pieza teatral con pocos exteriores, mucho diálogo, escenas con solo dos personajes discutiendo. Y apela a pequeñas secuencias que apuntan al humor (impecable Andrea Politti), a la ternura y a la nostalgia. Hay secuencias simpáticas, reveladoras, tiernas chispeantes (Luis Rubio junto a una furiosa Claudia Fontán) que valen por sí mismas y proyectan alguna luz sobre unos protagonistas que buscan con más ganas que certezas.

¿Es fácil volver a amar lo mismo? El sexo no basta (aunque la terapeuta Fontán diga lo contrario), la novedad no es suficiente, el amor nos muestra distintas maneras de necesitarse y el film deja rastros sobre la necesidad de reírse, entenderse y aceptarse. Idas vueltas, ilusiones y decepciones, nostalgia y dudas rondan las andanzas de una pareja que no sabe lo que quiere pero ahora sabe lo que no quiere. Hay buen gusto, no decae y tiene detalles sutiles. No teme ir en busca de alguna sonrisa en medio de una escena dramática. Y tiene dos grandes actores, aunque Darín siempre saca ventaja por la expresividad de sus mínimos gestos. Es larga, pero no necesita ni golpes de efecto ni personajes al borde traído para sostener el interés. Una comedia romántica que hace la diferencia, que sabe divertir y emocionar y que se disfruta de punta a punta.