El almuerzo

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Obsoleta mirada a un hecho histórico que merecía mejor suerte.

Almorzando con el enemigo

Durante el año 2000 era un simple estudiante de segundo año del secundario que recién comenzaba a leer cuentos de Borges. Aunque más adelante en la vida me fui inclinando por otros autores argentinos, fue durante esos años el pico máximo de mi interés por el escritor. Casualmente en en esa misma época se estrenaban dos películas centradas en la figura de Jorge Luis, y no hizo falta saber mucho más sobre ellas para meterme directamente en la sala. Honestamente ninguno de los dos films fue la experiencia que esperaba, y visiones subsecuentes confirmaron mi criterio de aquel entonces. Las películas en cuestión eran Los Libros y la Noche, de Tristán Bauer, y la que nos interesa en este momento: Un Amor de Borges, dirigida por Javier Torre (hijo del histórico Leopoldo Torre Nilsson) y protagonizada por Jean-Pierre Noher en el papel del escritor. Hoy, exactamente quince primaveras después, nos llega El Almuerzo, una ¿continuación espiritual? de dicho film, o tan solo otra película más en la que Noher vuelve a interpretar a Borges con Torre nuevamente haciéndose cargo de la dirección y el guión. Pero aunque pasó mucho tiempo en el mundo real, Un Amor de Borges y El Almuerzo parecen dos películas separadas por cuestión de días, ya que en términos de guión, diálogos, actuación, dirección y puesta en escena, esta última pareciera haberse realizado, como mínimo (y siendo muy generosos), hace quince años.

A poco más de un mes del comienzo de golpe de estado que dio lugar a la dictadura militar el 24 de Marzo de 1976, el escritor Haroldo Conti es secuestrado por la Triple A mientras llegaba a su casa luego de una salida al cine . Dos semanas después, el presidente de facto Jorge Rafael Videla, invita a un almuerzo en Casa Rosada a distintas figuras y personalidades destacadas de la cultura con el afán de discutir su lugar dentro del nuevo Gobierno. Entre ellas que se encontraban Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, el Padre Castellani y Horacio Ratti, quien por aquel entonces estaba al frente de la Sociedad Argentina de Escritores.

Así como la breve sinopsis que acabo de describir parece partida a la mitad por dos relatos aparentemente inconexos, lo mismo sucede en la película. A pesar del esfuerzo de Torre por unir la desaparición del escritor y el histórico almuerzo, la relación termina siendo muy frágil y hasta desaprovechada, salvo por la breve mención de Conti mientras los comensales disfrutan de un plato de ravioles, o un poco explorado vínculo con el personaje del Padre Castellani. Los problemas en el guión son una constante a lo largo del relato y donde más se siente es en sus diálogos, que para colmo dichos como recitados en una obra escolar parecieran ser un copy/paste de algo que podría haber sido publicado en un manual de historia. Lo mismo sucede con la visión de Torre sobre la dictadura, una visión totalmente básica, monocromática y obsoleta, donde los militares simplemente se limitan a poner cara de poker y repetir como robots frases fachistoides. La Casa Rosada está más cerca de ser una guarida de un villano de James Bond que una casa de gobierno,solo faltaba que Alejandro Awada se siente en la mesa con un gato entre sus manos y cartón lleno. Como dijimos antes Jean-Pierre Noher vuelve a ponerse en la piel del escritor de El Aleph, pero esta vez con una caracterización bastante particular (por decirlo de alguna manera) de Borges. Un poco ido, por momentos bastante torpe, extrañando constantemente a su finada madre y con problemas gástricos, muy lejos de parecer un intelectual, más bien todo lo contrario.

Conclusión

El Almuerzo es un productor que se asemeja a las escenas que sirven para ilustrar los documentales históricos, donde se hacen recreaciones de hechos importantes de nuestro país acompañados por la voz en off de algún experto en la materia. Como largometraje tiene muy poco para rescatar, la puesta en escena televisiva definitiva no ayuda en lo más mínimo a un guión que no tiene de donde sostenerse, y que difícilmente le entrega a sus intérpretes algo sólido sobre que construir. Quizás lo mejor que puedo decir sobre la película es que en comparación a otros títulos de la filmografía Torre el asunto se termina bastante rápido. No solo por sus escasos 85 minutos, también porque el relato logra mantener cierto ritmo.