El 5 de Talleres

Crítica de Victoria Conci - La Voz del Interior

El partido de su vida

Antes que nada, hay dos aclaraciones que hacer sobre El 5 de Talleres: por un lado, el equipo al que remite el título de la película no es el club cordobés de Barrio Jardín sino un club de Remedios de Escalada (Provincia de Buenos Aires) que juega en la Primera C. Por otro lado, el filme tiene menos que ver con el fútbol de lo que su nombre sugiere.

El director Adrián Biniez, argentino de nacimiento y uruguayo por adopción, propone una historia pequeña, amorosa y divertida, prácticamente sin altibajos ni momentos de gran dramatismo, aunque bien le queda la etiqueta de "comedia dramática".

"Patón" Bonassiolle (Esteban Lamothe) es el capitán y mediocampista de Talleres de Remedios de Escalada, propenso a poner la pierna cuando la jugada se complica, calentón y con pocas pulgas si la hinchada lo critica al terminar un partido. Luego de ser suspendido por ocho fechas debido a una fuerte lesión provocada a un rival, el protagonista comenzará a planificar su retiro (tiene 35 años) y a pensar qué hará de su vida una vez que cuelgue los botines.

Así es como "Patón" y su esposa Ale (Julieta Zylberberg) aprovecharán el tiempo juntos para decidir qué negocio poner una vez que termine el campeonato y el retiro sea un hecho. La dupla protagónica, pareja tanto en la ficción como en la vida real, es el verdadero foco de la película. El fútbol es apenas el contexto (mostrado por momentos de forma ingenua y graciosa), la excusa perfecta para desarrollar en pantalla la sintonía y chispa que hay entre los personajes y la manera en que harán frente al cambio que se avecina.

Los actores manejan con naturalidad el lenguaje popular que propone la historia. Las peleas maritales son la mayoría de las veces simpáticas y las escenas en que el protagonista exterioriza su crisis tienen dramatismo moderado. En el filme abundan escenas de un costumbrismo encantador, en las antípodas de lo que estamos habituados a ver en las ficciones de la televisión argentina.

Mientras acompaña al equipo desde afuera de la cancha (los resultados de los partidos se muestran en placas negras que a la vez funcionan como separadores y marcan el tiempo de la película), Bonassiolle pasa muchas horas con Ale, visita a sus padres, juega a los videojuegos y estudia para rendir una de las tantas materias que debe del secundario. Todo con el barrio y sus protagonistas como piezas claves: el club, el canal de televisión local, los amigos del pasado, la hinchada de Talleres.

Aunque por momentos la película pueda resultar demasiado lineal, sin picos sobresalientes, Zylberberg y Lamothe ejercen un magnetismo irresistible. Sin duda la dupla es lo mejor de la cinta de Adrián Biniez.