Eden

Crítica de Christian Julián - Cinergia

El lado oscuro de la electrónica

"Quería avanzar en mi forma de hacer películas, en cierta manera quería ayudar a mi hermano y tenía esta idea de hacer una película sobre mi generación y sobre el amor hacia la música que compartíamos mi hermano, yo y otros de nuestros amigos." Mia Hansen-Løve

Probablemente si nos pidieran que nos transportemos mentalmente en el tiempo hacia la Francia de mediados de los años 90, en la escena musical más precisamente, lo primero que se nos venga a la mente sea Daft Punk. Todos conocemos al exitoso dúo compuesto por Thomas Bangalter y Guy-Man, pero si intentamos rescatar otros proyectos de la época que hayan tenido igual reconocimiento, tal vez sean nulos nuestros resultados. Desde ese mismo rincón del under de la escena, cuasi anónimo en todo sentido, la francesa Mia Hansen-Løve presenta su historia.

Eden narra la historia de Paul (Félix de Givry), un joven de 20 años, simpatizante de lo que hasta ese entonces era conocido como sonido House Neoyorquino/French House/Garage, quien junto a su grupo de amigos decidirán tomar el mando de las bandejas y meterse de lleno en ese mundo. Tal cual acusa su edad, Paul todavía es estudiante y por ende tiene responsabilidades académicas, las cuales se verán cada vez más lejanas a medida que se vaya introduciendo en el mundo de la electrónica. Se trata de un universo totalmente diferente visto desde afuera, la directora logra dejar en claro el mensaje: “a la vista es hermoso, pero no te quieras meter ahí porque la vas a pasar mal”. Así como la electrónica sacará a relucir el talento de Paul, se puede afirmar que su vida personal es indirectamente proporcional a este éxito. Demasiadas giras, excesos, malas compañías, hacen del protagonista un joven capaz y distinguido entre los demás, pero susceptible sentimentalmente, lo cual pesará más en la balanza al momento de hacer un balanza. Esa sensación de disconformidad con lo que uno tiene actualmente, el aburrirse constantemente de las personas que lo rodean –especialmente en el plano sentimental- y el elegir a los excesos como la salida más factible terminarán por darle forma a la cabeza de nuestro protagonista.

Una forma alternativa de apreciar este segundo film en el haber de la directora francesa, sería como la de un pseudo-documental acerca de lo que ocurría en Francia con las bandas electrónicas, las cuales eran testigo del éxito de Daft Punk, quienes, dicho sea de paso, aparecen interpretados por Vincent Lacoste (Thomas) y Arnaud Azoulay (Guy-Man). El hecho de sentir que están dando lo mejor de uno pero que sin embargo todo sea en vano dado que un dúo de voces electrónicas están reventando el mundo a gusto y placer. Todas sus apariciones marcan un quiebre en sus películas y, además, resaltan el poder del anonimato, ya que nunca se los podía reconocer como tales sin que alguien propio del ambiente confirmara que se trataba de ellos, un encriptado mensaje de “no te tiene que importar quién soy, sino lo que hago”.

Es una lástima que este film no esté en planes de estreno comercial para nuestro país, no así para Europa, ya que en España se estrenará el 18 de septiembre en el marco del Festival de San Sebastián. El auge y caída de la carrera musical de Paul y su agrupación “Cheers” fue una de las joyitas que nos dejó el último festival de cine francés llevado a cabo en Buenos Aires.
El reparto de la película está compuesto por Félix De Givry, Pauline Etienne, Vincent Macaigne, Greta Gerwig, Golshifteh Farahani, Hugo Conzelman y Roman Kolinka.