Dragon Ball Super: Broly

Crítica de Paula Vazquez Prieto - La Nación

Como ha ocurrido con la mayoría de las historias de superhéroes, Dragon Ball también ha decidido contar el origen. En este caso de uno de los villanos populares de la serie que hizo furor en los 80 y 90 y que ahora regresa con algo de nostalgia y mucho de renovación. El creador Akira Tokoyama ha optado por narrar el injusto destierro de Broly a un lejano planeta, motivado por la extraordinaria grandeza que el destino le asignaba a su futuro. La ambición y el temor del rey Vegeta lo condenan a un viaje y a una venganza que se convierten en el corazón de este relato de lealtades y cuentas pendientes.

Mientras la primera mitad se dedica al recuerdo de la estirpe de los guerreros Saiyan, al trazado del humor impredecible que siempre definió a la franquicia, y a deslizar sucesivos guiños a los fans que esperan ver satisfechas sus expectativas, la segunda se concentra en la acción más estridente, guiada por un ingenio notable en la composición y un inteligente uso de las sombras para crear el vértigo de las peleas. Tokoyama y su equipo sostienen los colores tradicionales que han dado vida a su mundo, combinados con el trazado preciso que ofrece el digital contemporáneo.

Padres e hijos, maestros y discípulos, amos y esclavos: este reboot de la emblemática serie de animación japonesa consigue evocar sus viejos tópicos con una mirada moderna, hermanando al héroe Goku y su némesis Broly, y haciendo de esa disputa el verdadero corazón de la aventura.