Dos más dos

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Diego y Emilia y Richard y Betina

Adrián Suar abandona la comedia de barrio, para hacer esta comedia para adultos, de barrio privado. Y es que, al margen de la temática elegida, hay un claro recorte socio-económico, incluso abiertamente expuesto en uno de los comentarios del personaje de Alfredo Casero: los swingers son clase media alta. Está claro que Panigassi no entendería esto del cambio de parejas.
Diego (Suar) y Emilia (Julieta Díaz) llevan 16 años de casados, y se nota que la rutina ha empezado a colarse en su relación. Una noche, sus mejores amigos, Richard (Juan Minujín), y Betina (Carla Peterson), les confiesan que hace unos años que son swingers, y que eso fortaleció su pareja.
No hace falta mucho más para que los tres comiencen a insistirle a Diego para tener una relación entre los cuatro, idea que fascina a su mujer. Peripecias mediante, el primer encuentro tiene lugar, no sin consecuencias.
Dirigida por Diego Kaplan, la película no llega a aburrir, aunque no es una comedia que provoque muchas risas; de hecho hacia el final, casi se acerca más a la comedia dramática. Hay líneas en las que queda claro que la intención de los autores era que causen gracia, efecto que sin embargo no se logra. Es un acierto, aunque no se distinga demasiado de otros de sus personajes, incluir a Alfredo Casero. Aquí, su gurú de la sexualidad abierta logra darle el tono cómico que le falta al resto de la película.
Se cuela bastante pacatería en el planteo, a pesar de que se supone que la propuesta es atrevida y modernísima. Por un lado, se presenta la figura del swinger casi como un predador sexual. Se supone que con decir “no” basta, sin embargo a Diego parecen querer comérselo crudo entre algunas de las mujeres. Y por otro lado, en una de las discusiones, Emilia pide que se hable de sentimientos y no de reglas, cuando justamente, se supone que no hay sentimientos románticos en el intercambio de partenaire. Por otra parte, la gracia de muchas de las líneas pasa por las palabras “culo” o “coger”, algo de un infantilismo tal como buscar malas palabras en el diccionario en tercer grado de la escuela.
Un final moralista, muy alejado de la idea inicial, en una comedia que se deja ver por lo variado de sus locaciones, y la calidad de su producción, pero no por divertida ni menos por transgresora.