Dos locas en fuga

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Tonta y retonta: pulgares para abajo para lo nuevo de Reese Witherspoon y Sofía Vergara

El historial de las buddy movies (películas de amigos) es muy vasto como para explayarse y recorrerlo, aunque es necesario aclarar que dentro de este subgénero hay otros parecidos pero con características bien marcadas. Uno de ellos es el buddy cop, películas en las que dos protagonistas antagónicos, por lo general uno policía y el otro convicto, deben trabajar juntos para atrapar a un criminal, lo que lleva a que se conozcan hasta hacerse amigos (48 horas, de Walter Hill, es el ejemplo más emblemático). Dos locas en fuga es una comedia dirigida por Anne Fletcher y protagonizada por Reese Witherspoon y Sofía Vergara que se inscribe en este último subgénero, aunque no obtiene buenos resultados.

Rose Cooper (Witherspoon) es una agente de policía que tiene que custodiar a la esposa de un testigo clave para mandar a prisión a Vicente Cortez (Joaquín Cosio), un capo de un cartel del narcotráfico. La esposa en cuestión es Daniella Riva (Vergara), una latina voluptuosa y de carácter fuerte que tiene una gran debilidad por los zapatos cotizados en millones de dólares. Juntas tendrán que trasladarse de San Antonio a Dallas, donde se llevará a cabo el juicio. Pero las cosas no salen como lo habían planeado porque antes de emprender el viaje se arma un tiroteo que las obliga a fugarse para salvar sus respectivos pellejos.

Lo que Cooper no sabe es que Riva tiene una secreta misión: vengar la muerte de su hermano, asesinado a sangre fría por el propio Cortez. Dos locas en fuga respeta las reglas y los pasos a seguir del buddy cop, y el viaje en forma de fuga se convierte en una mezcla de western movie con buddy film de mujeres.

El sentido de este tipo de películas es que los dos personajes se fusionen hasta convertirse en uno, y aquí yace el problema principal de la película: una de las partes, la interpretada por Vergara, entorpece a la otra, erosionando la consistencia de esa unidad. El detonador es la sobreactuación exasperante de la actriz colombiana, que nunca logra poder reírse de sí misma sin provocar vergüenza ajena (su afán por explotar su latinidad desemboca en una actuación telenovelesca y ridícula).

El resto de los personajes tampoco cumplen su función, que consiste en ayudar a las protagonistas principales, en reforzar la trama, potenciarla, dotarla de esa capacidad de sorpresa necesaria para hacer reír.

A pesar de todo, la poca química que hay entre las dos es suficiente para lograr que se complementen y que la pareja, de algún modo, funcione. Dos locas en fuga tiene, entre sus escasas virtudes, una simpatía capaz de robar la risa tímida del espectador menos exigente, el que entra a la sala sin más pretensión que la de pasar el rato.