Dos disparos

Crítica de Juan Pablo Martínez - Fancinema

Caño de escape

El extraordinario relato Este-Oeste, que abre Tres cuentos, el libro más reciente de Martín Rejtman, tiene poco más de 100 páginas y está dividido en dos capítulos. El primero narra un poco de la niñez y mucho de la adolescencia de Lara, una chica cuyo padre vive en Chile y cuya madre y tía paterna (que, en la separación, quedó del lado de su familia política) viven con ella en Buenos Aires. Pero, para el capítulo dos, Rejtman toma a Esteban, un personaje secundario de la primera mitad con quien Lara se encuentra varias veces a lo largo de un par de años y continúa el cuento desde el punto de vista de él luego de irse becado a Estados Unidos.

Algo similar sucede con Dos disparos, el film más reciente del realizador. La película comienza narrando la historia de Mariano (Rafael Federman), luego de pegarse dos tiros -de los que sobrevivió sin ninguna consecuencia más allá de una bala que le quedó en el cuerpo y le trae un par de complicaciones (suena en detectores de metales; provoca un “doble sonido” en la flauta dulce que toca en un cuarteto de música antigua)-, y de cómo su madre (Susana Pampín) y su hermano (Benjamín Coelho) intentan “protegerlo”, si bien él dice que no está para nada deprimido y que lo de los tiros fue sólo un impulso “porque hacía mucho calor”. En todo este tramo, Rejtman vuelve a concentrarse en personajes de la edad de los de Rapado (en sus siguientes películas fueron creciendo: en Silvia Prieto están entre el fin de sus veinte y el comienzo de los treinta, mientras que la mayoría de los personajes de Los guantes mágicos están terminando los treinta) y, al igual que en el caso de Tres cuentos, el humor, si bien está presente en varios pasajes, aparece de forma más esporádica que en el resto de la obra rejtmaniana.

Pero, en un momento de su segunda mitad, Susana, la madre de Mariano, decide escaparse unos días a la costa, y Rejtman no tiene mejor idea que irse de viaje con ella; abandonar por un rato a buena parte de sus protagonistas y presentar otros nuevos. Al viaje se suman Margarita (Laura Paredes), la profesora de flauta de Mariano, y una desconocida, Liliana (perfecta Daniela Pal), a quien le reenviaron un mail en el que Susana buscaba a un acompañante con quien pagar los gastos de la nafta. Y luego, ya en la costa, se sumarán varios personajes más, todos ellos adultos -de una edad promedio con la que sí vendría a continuarse Los guantes mágicos-. Y ese “humor esporádico” de la primera parte es reemplazado por la más pura y desaforada de las comedias. A partir del momento en que Liliana entra en escena, la película vira bastante en cuanto a tono: incluso los diálogos, breves y concisos en la primera parte, se convierten en parrafadas brillantes enunciadas con esa musicalidad perfecta que suele tener el diálogo rejtmaniano. Igualmente, este cambio de registro no sucede de una escena a otra; poco antes de que comience el viaje, Rejtman nos lo adelanta un poco en aquel excelente gag del diván. Y, luego del viaje, nos regala otro momento bellísimamente absurdo que incluye un niño, un auto, un perro y una canción improbable, para luego volver al tono algo más reposado (aunque no exento de altos momentos cómicos, si bien estos tengan un perfil más bajo) con el que empezó. Estos cambios progresivos de registro son una prueba de la meticulosidad casi obsesiva de Rejtman en la película, que también se extiende a los diálogos, a las actuaciones y, especialmente, a su puesta en escena, ya que Dos disparos -su primer largo de ficción rodado en video digital- es la que mejor se ve de todas sus películas: cada uno de sus encuadres es enormemente bello y preciso, y ninguno de sus planos se extiende un segundo más de lo que debería. Lo más extraño es cómo Rejtman logra que este nivel de cuidado no le quite un gramo de frescura a su película.

Dos disparos, al igual que Tres cuentos hace casi dos años, nos muestra al mismo Rejtman de siempre aunque más perfeccionado; más “aceitado”. Tal vez Silvia Prieto siga siendo su mejor película -y una de las mejores de la historia del cine argentino, y del cine en general-, pero Dos disparos es la versión más acabada del universo rejtmaniano en cine.