Dos disparos

Crítica de Flor Etcheto - Alta Peli

La nueva película de Martín Rejtman (Silvia Prieto, Los guantes mágicos) despliega un universo de situaciones absurdas y personajes por demás especiales.

Tres por tres

Mariano (Rafael Federman) llega a su casa, se mete en la pileta, corta el césped del patio y encuentra una pistola. Dispara el arma dos veces, una contra su sien y otra contra su estómago. El perro de la familia, probablemente asustado por los disparos, se escapa de la casa. Asombrosamente Mariano sobrevive y a los pocos días se encuentra de vuelta en su casa. Susana (Susana Pampín), su madre, esconde todos los cuchillos de la casa y la pistola, le da un celular a Mariano para que esté siempre ubicable y lo manda a vivir con su hermano mayor, Ezequiel (Benjamín Coelho). De ahí en más la narración se expande y nos adentramos en distintas historias. Mariano forma parte de un cuarteto de flautas dulces, y la bala que quedó alojada en su estómago le produce un sonido extraño al tocar el instrumento, lo cual causa irritación en el grupo. Por su parte, Ezequiel conoce a Ana (Camila Fabbri), una empleada de una casa de comidas rápidas, que se está separando de su novio “hace dos años”. Mientras tanto, Susana alquila el cuarto de Mariano y se hace amiga de su profesora de flauta.

Ruidos molestos

Dos disparos comienza como un drama, pero rápidamente adquiere tono de comedia, con el humor que caracteriza a las películas de Rejtman. La película despliega un universo repleto de situaciones absurdas y personajes que no se quedan atrás, los diálogos son ajustados y rápidos. Partimos de Mariano y sus dos disparos y la narración se expande y ramifica hasta llegar a las desventuras de Susana y otras dos mujeres, momento en el que prácticamente nos olvidamos de Mariano y Ezequiel. No obstante, todas las historias están íntimamente relacionadas. Tiene un elenco impecable: Susana Pampín (a quien ya vimos en Silvia Prieto), Walter Jakob, Manuela Martelli y Laura Paredes, y el gran debut cinematográfico de Camila Fabbri, Benjamín Coelho y Rafael Federman.

Los personajes, por angustia o ansiedad, buscan llenar con palabras ese vacío que los rodea, al igual que Susana que entierra en el patio los cuchillos y el arma, como si eso sirviera para que su hijo se aferre a la vida. Y los ruidos de los objetos también están muy presentes. El celular viejo que no para de sonar, la pistola, el extraño sonido de Mariano. Todo se esconde y se guarda lejos para que no moleste.

Conclusión

Dos disparos es una gran comedia con un humor sutil pero disparatado, con los rasgos distintivos de la obra de Martín Rejtman. Toma riesgos desde lo narrativo y abre un universo de historias fascinantes, donde no faltan los encuentros y desencuentros, las aventuras y angustias de sus personajes. Una comedia inusual sobre una familia y su reacción frente a estos dos disparos. Rejtman lo hizo de nuevo.