Donde habita el diablo

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Ante todo debo aclarar que me llevaron engañado a presenciar este filme. Nunca leo nada antes de ver una película, pero en cambio sí me hago una idea a partir del titulo. Creí que se trataba de un documental sobre alguna propiedad horizontal de un político o sindicalista argentino, pero no, es una ficción que también intenta asustar

Ya despejado el punto, debo confesar que hace unos días, y de pura casualidad, la madre de un amigo me dio la definición exacta y sintética de la sensación que produce ver esta producción, aun sin haberla visto.

Me contaba que no puede ver películas filmadas cámara en mano, pues le producen “vértigo”, en el sentido que la marean.

Pues bien, esta realización está filmada cámara en mano que además, con el sólo fin de sumar confusión, utiliza varios dispositivos de video como testigo (esto es aquellos que comúnmente se utilizan para seguridad), lo que causa vértigo en función de las sensaciones que produce, pero con un sentido un poco más científico del término.

Sería algo así como que apunta a producir muchas manifestaciones neurovegetativas además de mareos, entre otras como nauseas, vómitos.. etc.

Respondiendo a este registro, e inmerso dentro del “nuevo” estilo del genero de terror, este producto es otro intento de hacer algo que parezca novedoso pero, por acumulación de dispositivos, termina siendo, en principio, un catalogo de lugares comunes que culmina como un producto totalmente fallido.

¿Por qué fallido? Pues desde que empieza con la presentación de los personajes todo se torna previsible, chato, sin vuelo, para colmo ni siquiera risible.

Lo único que produce algún sobresalto al espectador (a varios los despertará) son las irrupciones sonoras violentas y de alto volumen.

Un grupo de “científicos” comandados por un ¿“psicólogo”? llega al domicilio de una familia perturbada por ruidos extraños, sucesos de difícil definición, aunque comúnmente se los denomine actividad paranormal (llamadas telefónicas, movimientos de objetos sin justificación) y lo denominan Poltergeist.

En este caso ni siquiera respetando el homónimo de 1982 dirigido por Tobbe Hooper, a quien muy poca gente recuerda, pero que al menos trataba de instalar algún tipo de discurso sobre los excesos de poder, sin respetar las tradiciones de los pueblos subyugados, a través de los grupos económicos, o una toma de posición, de manera metafórica, respecto de los efectos dañinos del abuso de la televisión, dentro de una historia familiar que intenta cumplir el “american way of life”.

Nuestra historia también nos muestra una familia, en este caso conformada por un viudo y sus dos hijos, una joven adolescente y un niño de 4 años, que tiene un pasado sin resolver, la madre murió en un accidente automovilístico, respecto del cual persisten algunos detalles no debidamente aclarados.

Los investigadores rápidamente dan cuenta que no es la casa la que esta embrujada, sino que se trata de una maldición familiar que los persigue desde otros lugares, por lo que fue en vano que se cambiaran no sólo de casa sino también de Estado.

Lo más débil de esta producción es el guión, no por mala construcción sino por ausencia de originalidad, digamos, pero queda relegado en cuanto a debilidad por la estética elegida, atenuación de los colores, por momentos baja intensidad lumínica, en tanto otros tan excesiva que resulta enceguecer, a lo que suma las formas nerviosas del registro de las tomas, merced al uso desmedido de la cámara en mano.

El rodaje con cámara en mano facilita el trabajo de edición de las imágenes, pues resulta más difícil percatarse de los errores que se producen al cortar y pegar cuando las imágenes no son estables, lo que determinaría la ausencia total de un diseño de montaje, y calculo que mucho menos un guión técnico donde, además de que contar, se especificarían plano por plano la forma de registrarlas. Ni hablar de story board, el paso inherente al tecnicismo propiamente dicho que brilla por su ausencia.

Todas estas variables, el manejo excesivo de cámaras, la utilización hasta el hartazgo de los recursos narrativos, el diseño de sonido, si es que se puede llamara así a la banda sonora, entre otros, hacen que hasta quede relegado el análisis de la manufactura de los efectos espaciales, que incluyen apariciones, levitación de cuerpos y sus respectivas posesiones y fantasmas. Al mismo tiempo le quita presencia a los actores, lo cual no implica ningún daño, pues están tan mal desarrollados los personajes como tan poco creíbles resultan las actuaciones.