Dog, un viaje salvaje

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

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Dog, un viaje salvaje es un proyecto en conjunto entre Channing Tatum (actor que posee ya una larga trayectoria y que ha demostrado talento y versatilidad, brillando tanto en comedias de acción como Comando Especial y en dramas como Foxcatcher) y Reid Carolin, escritor/productor que ha trabajado anteriormente junto a él en varios de sus proyectos, entre los cuales destacan las películas de Magic Mike. Ambos asumen el rol de codirectores de este largometraje que narra la historia de superación de un militar estadounidense que ha sido dado de baja de las fuerzas por un problema neurológico causado por sus lesiones en el campo de batalla. En orden de ganarse su reincorporación en el Ejército, un superior le pide que lleve a la perra de un soldado amigo, recientemente fallecido, a su funeral, atravesando la costa oeste en auto.

Carolin ya venía con experiencia respecto al tema del uso de perros en el Ejército, pues estuvo involucrado en 2017 en un documental titulado War Dog: a Soldier’s Best Friend. En Dog, el drama se construye a partir del establecimiento de un paralelismo respecto de la situación de la perra y la de Jackson Briggs, personaje encarnado por Tatum. Ambos son víctimas de la guerra, cargan con los traumas psicológicos y físicos de la vida en el Ejército y, por ello, los dos dejaron de ser útiles y fueron apartados.

La relación especular entre “Dog” y Jackson se construye con rapidez y se establece como la fuerza motora del relato. El concepto del “perro como mejor amigo del soldado”, que se había tratado en el documental de Deborah Scranton, se recupera a partir de un diario que resume la relación que la perra tenía con su antiguo dueño fallecido. De alguna forma, Jackson deberá llenar el vacío que ha dejado la muerte de su amigo en la vida de la perra, y esta ayudará al soldado a resolver los problemas que lo han llevado a la soledad y el aislamiento. En este sentido, Dog es otra muestra de lo bien que se lleva el cine con las tramas basadas en relaciones entre personas y perros.

La película funciona a partir del uso de la figura del perro como contrapunto del desarrollo de su personaje principal, pero solo lo hace en tanto este es interesante y tiene algo que narrar. Jackson se encuentra desfasado respecto de su entorno: el universo que ha habitado toda su vida, caracterizado por la rigidez y el machismo propio de la estructura vertical del Ejército, choca con el que está afuera, en el que las personas de su edad se muestran cada vez más críticas de ese modelo de masculinidad. Esto se deja ver sobre todo en la dificultad del joven a la hora de establecer relaciones con mujeres.

Sin embargo, lo que resulta más atractivo de Dog es el hecho de que escapa al maniqueísmo a la hora plantear este conflicto. En lugar de mostrarnos, como hacen muchas otras producciones, un esquema caracterizado por dos polos divididos por una grieta, donde uno es el correcto y el otro el incorrecto, Tatum y Carolin no imponen ese juego a su personaje, no lo juzgan ni buscan hacer de él el objeto de una ideología particular. Lo que protagoniza el juego dramático no es la reivindicación de la vida militar al estilo republicano ni tampoco de un progresismo crítico próximo al discurso demócrata, sino el desafío que debe enfrentar Jackson para volver al mundo y relacionarse con lo que yace por fuera del lugar seguro y familiar en el que ha vivido hasta ahora.