Doctor Strange: Hechicero supremo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un neurocirujano sufre un accidente automovilístico y parte hacia una comunidad donde se instruye en la batalla en contra de fuerzas oscuras. La nueva creación de Marvel pone la pólvora en lo visual y tiene un buen desempeño de Benedict Cumberbatch.

Los estudios Marvel presentan a su nueva criatura, Doctor Dr. Strange: Hechicero supremo, basada en el personaje creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1963. Acá el choque de dos mundos está por comenzar de la mano del director Scott Derrickson, el mismo de El exorcismo de Emily Rose y Sinister, entre otras películas de terror.

El Doctor Strange -Benedict Cumberbatch, visto en El código enigma y muy cómodo en su rol para el cine mainstream- es un prestigioso neurocirujano que cree tener todo bajo control, pero sufre un grave accidente automovilístico y sus manos quedan inutilizadas.

En busca de respuestas y de una cura, con su ego golpeado, parte hacia Kamar-Taj, en Nepal, una comunidad donde se instruye en la batalla en contra de fuerzas oscuras y ocultas que quieren destruir el mundo. Allí aparecerán Mordo -Chiwetel Ejiofor- y la mítica Ancestral -Tilda Swinton-, con quienes unirá fuerzas contra el antagonista Kaecilius, encarnado por Mads Mikkelsen.

En ese rico entramado entre el universo de la magia y el mundo actual y moderno, al cual se accede a través de portales, se libra la acción de la película. El aspecto visual es, como siempre, irreprochable en este tipo de producciones, con efectos sorprendentes que modifican la concepción del mundo, con escenografías que se transforman bajo los pies de los protagonistas y la Capa de Levitación, otro personaje más dentro del film.

El ahora convertido en superhéroe libra su propio combate y mantiene intacto el espíritu de curar a través de la medicina. Los toques de humor tampoco faltarán cuando Doctor Strange ingrese con su cuerpo moribundo a la clínica y se encuentre con su médica de "confianza" -Rachel Mc Adams-, o cuando el espectador vea a Stan Lee en sus acostumbrados cameos, leyendo un libro a bordo de un tren.

Después de los créditos hay dos escenas agregadas que adelantan también el peso que tendrá el personaje central en el universo de Los Vengadores. Entre cuerpos astrales, agujeros temporales y dimensiones paralelas, la eterna lucha entre el Bien y el Mal dice nuevamente presente, desarrolla la historia del protagonismo con el tiempo suficiente que ocupa la primera parte para desembocar luego en una verdadera batalla campal donde los efectos son los protagonistas.

La película convence con su parafernalia visual -pormomentos resulta abrumadora y tiene ecos de El origen, de Nolan-, y mantiene el interés gracias a la presencia de Cumberbatch como el hombre que combate con su propio ego y se convierte en el nuevo salvador del mundo. Los seguidores de Marvel no saldrán defraudados y seguirán a la espera de más aventuras.