Django sin cadenas

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Sueño cumplido, y con creces, por Tarantino

Se sabe que Tarantino es un fanático admirador de los spaghetti western y su sueño era filmar su propia versión del género, un proyecto que le llevó diez años para concretarlo. Por su ambientación en el sur de Estados Unidos, lo bautizó como "southern".
Django es un personaje legendario del Lejano Oeste, que recibió numerosas revisiones desde la primera versión del italiano Sergio Corbucci en 1966, hasta la más reciente titulada Sukiyaki Western Django1 (2007), del japonés Takashi Miike.
La gran diferencia de esta versión de Tarantino con la saga italiana es que el personaje de Django no es un blanco sino un esclavo negro liberado. El filme de Corbucci fue protagonizado por Franco Nero y Tarantino lo homenajeó convocándolo para un paneo como un sheriff.
La historia comienza en 1858, dos años antes de la Guerra Civil, en "algún lugar de Texas". Allí el alemán y falso dentista King Schultz (Waltz) encuentra al esclavo Django Freeman (Foxx), lo compra, lo libera y lo lleva consigo para que identifique a los hermanos Brittle.
Schultz es un cazador de recompensas que cobra muy bien por su trabajo de capturar, "vivos o muertos", a los forajidos condenados por la Justicia. Es solidario con Django, pero despiadado con los delincuentes. Y a pesar de su ascendencia, descree --dice-- de las supremacías raciales.
Schultz convierte a Django en su socio, lo que significa conceder a un negro las justicieras prerrogativas de poder disparar y matar a los blancos.
También le promete rescatar a Broomhilda von Shaft, la esposa de Django, también conocida como Hildi, quien trabaja en la plantación algodonera Candyland, propiedad de Calvin Candie (un desaforado Di Caprio), quien además de explotar y maltratar a sus esclavos, también organiza luchas entre negros, conocidos como "mandingos".
La película está divida en tres partes diferenciables. La primera, una suerte de buddy movie, se ocupa de Schultz y Django como cazarrecompensas e incluye entre otras varias subhistorias, una parodia a los orígenes históricos del Ku Klux Klan.
La segunda se desarrolla en la propiedad de Candie y en este segmento aparece el negro Stephen (Jackson), un hombre locuaz, servil y esclavista que oficia de secretario de su patrón.
En la tercera parte se resuelve el conflicto dramático, que se introduce en la historia desde el momento que Django menciona la existencia de su esposa y su difícil sueño de liberarla. Los segmentos más atractivos son el primero y el tercero, mientras que el más dramático es el segundo.
Tarantino ha dicho que su película "es en esencia un western hecho y derecho, con aportes del género tomados en sus expresiones europeas o negras". Es cierto, pero prevalece el espíritu lúdico del spaghetti western, más algunas dosis de melodrama romántico y todo "matizado" con escenas de violencia extrema.
El director también desliza algunos apuntes políticos sobre la brutalidad de los blancos esclavistas, resumidos en una acotación que Django le hace a un Schultz asombrado por una escena de crueldad. Que no puede tolerarla --le dice-- porque por su condición de extranjero está menos acostumbrado a los norteamericanos.
El filme respira pasión por las imágenes, observable en especial en los bellísimos planos largos, e incluye varias actuaciones meritorias y, a manera de homenaje, fragmentos musicales de Ennio Morricone, Riz Ortolani y el tema original de Django compuesto por Luis E. Bacalov.