Disculpas por la demora

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Durante uno de los períodos más conflictivos a nivel social y político que aquejaron a los argentinos, a fines de los años ´60 y principios de los ´70, hubo personas de distinto estrato social y económico que no quería ni aceptaba a los gobernantes de turno. Añoraban al General Perón, querían su vuelta al país para que haya paz y felicidad de una buena vez. Aunque para lograrlo debían armarse de forma ilegal e integrar distintas agrupaciones con ese objetivo común. Entre todos esos ellos se encontraba Samuel Slutzky, un médico, casado, con dos hijos, que tenía la imperiosa necesidad de ser un revolucionario. En 1977 es secuestrado de su casa en La Plata y lo llevaron al centro de detención clandestino llamado “La Cacha”, donde lo torturan y muere. Sus restos nunca fueron encontrados.

Los directores de este documental, Sergio Slutzky y Daniel Burak, siguen desde el año 2011 hasta 2016 a un personaje singular y carismático que, después de tanto tiempo transcurrido, aún conserva el dolor y la bronca por lo sucedido. Ese es Mariano, hijo del médico desaparecido.

Sergio a través de una red social encontró a Mariano, que es un periodista itinerante, porque comparten el mismo apellido. Son primos, pero no sabía ninguno de la existencia del otro.

Con estos datos, deciden hacer el film donde Sergio además de co-dirigir, se coloca frente a cámara para acompañar a su primo en busca de la verdad y justicia.

Este proyecto cinematográfico es una aventura en sí misma, porque Sergio vive en Israel y Mariano en Holanda. La producción se trasladó hacia esos países para registrar el periplo y también los hechos en la Argentina.

Lo original de esta película no es la realización en sí misma, que conserva los cánones tradicionales de relato, con entrevistas cara a cara, generalmente sentados, y con alguna musiquita ambientando momentos tristes, sino que detrás de la historia principal hay otras historias que, para el protagonista, son tanto, o tal vez, más duras y dramáticas de soportar, por la no relación con su familia, el exilio, la crianza durante la adolescencia junto a su hermana, en hogares adoptivos, etc.

Pero, pese a todos los avatares sufridos por los hermanos, ellos consideran a su padre como un héroe.

El documental mantiene durante todo el tiempo el mismo tono y ritmo interno, toqueteando en ciertas ocasiones, con momentos emotivos, pero que son controlados para que no desborden, porque Mariano tiene varias heridas abiertas que desea cerrarlas de una vez. Va de a poco, pero con decisión. Se siente seguro de hacerlo. Algo de eso pudimos apreciarlo en esta realización. Todavía le falta, tiene que sortear varias sorpresas más, pero va por el buen camino.