Desertor

Crítica de Caty Filgueira - Cuatro Bastardos

Desertor: ¿Te le atrevés a la montaña?
Un film filmado enteramente en Uspallata, Mendoza, llega para robarse la pantalla.
Para la milicia, no hay nada más deshonroso que ser un DESERTOR. ¿Qué significa eso? Significa dejar tu puesto como miembro del ejército así sin más. No estamos hablando de renunciar o jubilarse. Acá no se siguen canales ni nada similar. En estos casos, según el concepto más clásico, el soldado que abandona su puesto es considerado un cobarde. No hay excusa que valga. Y sos tan malo como cualquier criminal que se te pueda ocurrir.
En Desertor (2019), tenemos a Rafael Marquez (Santiago Racca), hijo de un soldado que fue, cuando desapareció, tildado de desertor. Rafael, de adulto, se unió a la milicia como su padre y vive con el estigma de que éste haya sido una vergüenza para el ejército y para el uniforme.
Pero como en todo buen film, algo de duda e incertidumbre debe haber. Y el misterio empieza a acechar cuando, luego del regreso del Coronel Santos (Marcelo Melingo), una chica llega de noche al cuartel a dejar un bolso viejo de un soldado. El bolso resulta ser del padre de Marquez y su mera presencia desencadena una serie de eventos que moverán la trama de la película.
La historia pasa pronto de la vida en el cuartel a un viaje por el desierto de Mendoza, que se destaca por una fotografía única que resalta la zona en todo su esplendor bajo el sol. Estas escenas contrastan con las nocturnas tanto como es imaginable pero sin perder su brillo. Particularmente, por ese engañoso punto que existe entre que una escena nocturna sea una pantalla negra o no. En este caso lo manejan con gran destreza y, especialmente la escena de Marquez a la luz de la luna, logra un ambiente muy particular y con la iluminación exacta para no tener que forzar la vista intentando descifrar qué pasa en la escena.
Pascual Uribe (Daniel Fanego) resulta ser el guardián de los secretos en esa zona remota de Uspallata, que es el camino del Inca y donde vive en una granja en medio de la nada.
La historia es intrigante aunque clásica: Revelar la verdad sobre lo que le pasó al padre. Pero está tan bien lograda que es entretenida de ver, especialmente porque tanto las actuaciones como la dirección es impecable. Todo con una ligera nota de misticismo mezclado en la narración, lo que le da un impacto extra a una historia de por sí atrapante.
Desertor (2019) dura 1 hora 27 minutos, no se excede con tiempos innecesariamente largos y aprovecha cada uno de sus momentos en pantalla. Desde que comienza, la historia (puesta en los hombros de 5 actores la mayoría del tiempo), avanza constantemente encontrando balancearse sobre esa difusa línea que divide a los films lentos de los que te abruman de un golpe. Además del hecho de que, en buena parte del film, suele haber como mucho dos personajes en escena.
Y siguiendo la línea de los no excesos tenemos el uso de las armas que, considerando que es un film cuya historia se centra alrededor de soldados y cuarteles, las utiliza increíblemente poco y solo donde es netamente necesario. Particularmente cerca del fin.
Entre lo más interesante se encuentra el misticismo que invade al film. Primero se presenta como «la montaña que te afecta la mente», como dice el Principal Gutierrez luego de que Marquez lo encuentra vagando solo por la montaña. Luego, poco a poco, va tomando forma en algo más concreto. Se usa con mucho cuidado y sin exagerar, una pequeña pizca de magia que acompaña bien a los personajes y la zona que se eligió para contar la historia.
Desertor (2019) es el film argentino que no te podés perder. Logra la mezcla perfecta de historia, personajes, actores, filmación y locación. Uspallata cobra vida y, en su desertica gloria, se vuelve parte indispensable del film. Pablo Bruna logra como director un film completo y atrapante en todo sentido.