Trash: Desechos y esperanza

Crítica de Néstor Burtone - Otros Cines

Turismo tercermundista por Brasil (la pornomiseria en todo su "esplendor")

Stephen Daldry logró encumbrarse en el pedestal de directores "importantes" gracias a las oscarizables Billy Elliot (2000), Las horas (2002), El lector (2008) y Tan fuerte y tan cerca (2011). Pero le faltaba algo para asegurarse un lugar en la historia grande del cine "prestigioso": marcar su progresismo tilingo preocupándose por los asuntos del Tercer Mundo. Así fue que viajó a Brasil para despacharse con Trash, que por si no fuera suficiente aquí se le adosa el imposible subtítulo "Desechos y esperanza".

Enésima muestra de la pornomiseria tan en boga en las altas cumbres de las coproducciones multinacionales, el film es un heredero directo de Ciudad de Dios y Slumdog Millionaire, con su tendencia a la estilización y a la búsqueda de belleza en aquellos lugares donde no la hay. En este caso, un basurero de Rio de Janeiro donde tres adolescentes oriundos de las favelas se ganan la vida revolviendo desechos.

Allí encuentran la cartera de un funcionario público que decidió esconder dinero sucio en un lugar cifrado en una... Biblia. Porque aquí también Dios tiene un espacio central. Ayudados por dos misioneros norteamericanos (Rooney Mara y Martin Sheen, este último en la piel de un cura) que encarnan lo civilizado en medio de tanta barbarie carioca, seguirán las pistas aun cuando se embrollen con las esferas más corruptas de la policía.

Lo anterior es la excusa perfecta para un recorrido turístico por las favelas, siempre con la idea innegociable de utilizar a ese trío de pibes pobres pero honrados como guías turísticos hasta llegar a un desenlace que de tan políticamente correcto da vergüenza ajena.