Trash: Desechos y esperanza

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

No hay belleza en la miseria

Rafael (Rickson Tevez) y Gardo (Eduardo Luis) son dos chicos que viven en una favela en las afueras de Rio de Janeiro, viven como pueden, buscando entre la basura, esperando todas las tardes que lleguen los camiones de desechos.
Un día encuentran una billetera, intacta, con bastantes reales adentro, fotos, una identificación, y varios papeles. La policía no tarda en llegar ofreciendo una recompensa a quien la encuentre, así los chicos comprenden que lo que hay adentro debe valer mucho más de lo que ellos creen.
La billetera contiene información que un hombre escondió antes de morir, y durante flashbacks vamos conociendo la historia de su dueño, y las pistas que dejó para que alguien descubra el secreto que se ha llevado a la tumba, como partes de un rompecabezas vamos descubriendo una historia complicada que esconde un enorme caso de corrupción que incluye empresarios, políticos y policías.
Los chicos se meten en algo mucho más complejo y peligroso de lo que creían, pero a medida que conocen la historia se sienten cada vez más interesados y comprometidos en seguir adelante, así despliegan todo su ingenio, y recorren la ciudad recogiendo pistas, recopilando información, y tratando de sacar a la luz lo que el dueño de la billetera no ha podido, como si continuaran la cruzada en su nombre.
Junto con su amigo Rato (Gabriel Weistein) conformarán el trío encargado de llevar a cabo la misión, y contarán con la ayuda de un cura (Martin Sheen) y una catequista (Rooney Mara) que trabajan en la favela, tratando de asistir a los que viven allí.
El modo en que está narrada la historia engancha al espectador desde el comienzo -filmada con mucho color y dinamismo-, esa billetera llena de pistas nos hace espectadores de una búsqueda del tesoro, llevada a cabo por tres niños que no paran de moverse por toda la ciudad.
Es imposible no recordar "Slumdog Millionaire" al ver esta película, el director explota la estética de la pobreza, de la miseria, y muestra a tres ingeniosos niños víctimas de la violencia social y policial, que logran convertirse en tres mosqueteros de la justicia.
Si bien la película toca temas profundos y complicados, lo hace de un modo tan segmentado que por momentos parece infantil, las figuras bondadosas representadas por un cura y una misionera norteamericanos, dan la idea de que en latinoamérica somos tan ignorantes que no podemos resolver nuestros problemas sin la ayuda del país del norte, pero por supuesto al tocar los temas de corrupción, nunca hablan de la nacionalidad de esas empresas que pagan coimas.
Rio es mostrada como un paraíso turístico para gente progre que visita favelas durante sus vacaciones y así se siente mas tranquila con su conciencia y con la mente mas abierta, porque saben como viven aquellos que viven mal.
Sobre un muy buen guión, original y bien construido, han armado una historia sin profundidad, con un final demasiado feliz, que da como resultado un filme que a pesar de ser técnicamente impecable y tener muy buenas actuaciones, resulta demasiado naif para los temas que pretende tratar.