Desearás al hombre de tu hermana

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Con ecos del cine que acuñaron Armando Bo e Isabel Sarli en cuanto a las escenas eróticas y los diálogos que se disparan a lo largo de la historia, Desearás al hombre de tu hermana es un producto extraño, anclado en el melodrama, el erotismo y en perversiones varias.

El director Diego Kaplan aborda el mundo íntimo femenino y se basa en el guión escrito por Erika Halvorsen -El hilo rojo- sobre su propia novela. Quizás el secreto es no tomarse en serio lo que se está viendo, porque la película es una acumulación de situaciones exageradas y forzadas, una búsqueda deliberada del tono que se le dio al relato.

Desearás al hombre de tu hermana, alterna pasado y un presente ambientado en los años setenta para contar la conflictiva relación de Lucía -Mónica Antonópulos- y Ofelia -Carolina "Pampita" Ardohain-, dos hermanas separadas que vuelven a encontrarse para la boda de la primera con Juan -Juan Sorini-. Con una madre negadora y anfitriona -Andrea Frigerio, la que más se destaca por su personaje extrovertido-, la fiesta causará más de un inconveniente cuando se encuentren Lucía, su prometido, Ofelia y su marido -Guilherme Winter, el actor de Moisés y los 10 mandamientos-. Ellas se darán cuenta, que a pesar del paso del tiempo, están condenadas a desear al mismo hombre y de gozar una a través de la otra.

Con este esquema, el relato combina una lujosa fiesta al borde de la pileta, entre canciones, líneas impensadas en boca de sus personajes, estética vintage, voyeurismo y porno soft que roza el mal gusto. También hay cabalgatas en la playa -y de las otras- para mostrar la escultural figura de Pampita. Todos -excepto Frigerio- hacen esfuerzos por creerse lo que están haciendo, desaprovechando el rol de comediante de Antonópulos.

Resultan confusos los flahbacks con las hermanas niña y adolescente inmersas en juegos eróticos que se extienden hasta el presente, y el conjunto no siempre funciona porque da la sensación de que el texto y lo que se ve van por caminos separados. Perverso, cruel, absurdo y delirante, este melodrama vintage recurre al zoom violento y a la cámara lenta. A mitad de camino entre las buenas intenciones y el resultado, en donde resalta la banda sonora.