Deadpool 2

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Regresa el superhéroe más peculiar de Marvel. Después de su primera exitosa película, esta secuela apuesta a más, a magnificarlo todo. Presupuesto, humor, acción, burlas. "Deadpool 2" empieza tirando mucho fuego al asador. Aun así, no contaré demasiado, más allá de que él mismo se encarga de brindar spoilers en esa introducción.
La cuestión es que tras sufrir algo importante, Wade (Deadpool sin el traje) se encuentra algo perdido. Hasta que el destino (y el trabajo que empieza en la escuela del profesor Xavier) lo cruza con Russell, un niño mutante que sufrió abusos en el internado donde se encuentra y eso lo lleva a desarrollar su poder hacia el lado de la furia y la destrucción.
Acá entra en escena Julian Dennison, el niño protagonista de la divertida y conmovedora (y lamentablemente inédita en nuestro país) "Hunt for the wilder people", de Taika Waititi.
En "Deadpool 2", Russell es también un niño en busca de una familia.
Familia, una mala palabra tanto para él como para Wade, hasta que quizás pueda resignificarse. Deadpool nos lo advierte, aunque nos lo sea difícil creer: estamos ante una película para toda la familia. Y después aparecen decenas de muertes sangrientas y chistes sexuales. Porque ahí está gran parte de la gracia de este superhéroe. La aparición de Cable (nuevamente Josh Brolin en el mundo Marvel después de su increíble Thanos) desatará más problemas.
Diciendo venir del futuro, quiere asesinar al niño antes de que éste pruebe asesinar y le tome el gusto. Esto lleva a Deadpool a armarse su propio ejército. En cuanto a trama, "Deadpool 2" es menos sólida y algo desordenada y caprichosa.
Guionistas perezosos, acusa él mismo. ¿Y entonces cómo juzgar a la película si ya sabe lo que está haciendo? Seguidilla de chistes y referencias al mundo de los cómics y del cine especialmente, con escenas siempre cortadas por algún gag, a grandes rasgos, "Deadpool 2" funciona.
En algún momento se cuelan escenas y chistes innecesarios, pero mayormente el Deadpool de Ryan Reynolds destila mucha gracia en su verborragia.
En cuanto a dirección, David Leitch (uno de los directores de John Wick y el de Atomic Blonde) cumple aunque acá no se perciban las elaboradas escenas de acción de sus películas predecesoras. Quizás porque acá se apuesta más a los efectos especiales ante que a la artesanía de las otras. Ryan Reynolds nos vuelve a demostrar su carisma y sigue siendo lo mejor de la película.
Como siempre, hay escenas después de los créditos (no los finales, así que no es necesario quedarse hasta el final, final), y están entre lo mejorcito del film.