Danzar con María

Crítica de Brenda Caletti - CineramaPlus+

LENGUAJE CORPORAL

Con bastante sigilo y de espaldas, María atraviesa gran cantidad de habitaciones mientras se acomoda la ropa o saluda a varias personas y se asoma a la sala donde la esperan sus alumnos sentados en el piso. Ingresa despacio, con pausa y mueve los brazos y las manos al ritmo de su voz. Ya sea con objetos, música o a través de relatos, María sabe transmitir sensaciones a los estudiantes y se percibe en la manera en que ellos le responden. Porque le contestan con el cuerpo. Se establece, entonces, un vínculo entre cuerpo, movimiento y sonido (no siempre basado en la música, sino también en los ruidos ambientales o la voz), que vuelve difusas las capacidades diferentes, idiomas o edades.

Hay dos características bastante curiosas en Danzar con María. La primera se funda en la articulación antes mencionada y un posible nexo con los orígenes. Dicha conexión se hace explícita en la película por la propia María Fux, cuando comenta que le interesa cómo el artista contemporáneo toma lo primitivo. Este pensamiento parece desprenderse de la idea de danza entendida como una necesidad primaria y antigua de expresión, de contacto así como de un movimiento propio, natural y libre, que despliega una serie de facultades inexploradas o desconocidas.

La segunda tiene que ver con la construcción del documental. Alejado de una mirada puramente biográfica y con poco uso de material de archivo, Iván Gergolet retrata a la bailarina y danzaterapeuta a partir de fragmentos de los alumnos, conocidos o grabaciones de las clases o de ella en la sala pero anclados en un tiempo presente. De esta forma, se la compone en base a las historias de los testimonios, sobre todo, en cuatro casos: una joven italiana, una niña sordomuda que recogió en una cueva, dos preadolescentes con síndrome de down y una mujer con una malformación en la pierna debido a una enfermedad.

¿Cómo se mueve una hoja? ¿Qué sonido tiene el viento? ¿Qué sensaciones experimenta un bebé dentro de su madre? Sólo es cuestión de buscar un ritmo, aprehenderlo y dejar que el movimiento fluya en el cuerpo. De ese encuentro se originan las respuestas.

Por Brenda Caletti
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