Custodia compartida

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Quiebre de cintura

Custodia compartida es un drama francés sobre una familia rota, y es muy curioso: parece que va para un lado, pero al final va para el otro.

Custodia compartida empieza con una escena larga –tal vez demasiado– en la que un matrimonio separado se junta con sus respectivos abogados y una jueza para determinar si el padre puede obtener la custodia compartida de sus hijos. Cada abogado expone las razones de su cliente y la idea que transmite la situación es que ninguno dice del todo la verdad. Hay una acusación vaga de violencia, pero las excusas del padre parecen ser atendibles para la jueza porque finalmente la custodia es otorgada. Entonces empieza la verdadera película.

El guión de Xavier Legrand parece ir para un lado cuando está yendo para el otro. Es difícil hacer un comentario sin aludir al final de la película, una última secuencia intensísima y extraordinaria que de alguna manera resignifica todo. Porque lo que en un principio parece ser un drama amable acerca de un padre un poco chambón que quiere recuperar a su hijo de once años, muy de a poco se transforma en otra cosa que prefiero no revelar porque el propio Legrand se encarga de ocultarlo detrás de esa historia de familia disfuncional, hijos adolescentes y ex parejas problemáticas.

Antoine (Denis Ménochet) es un tipo grandote a quien la vida parece no sonreirle demasiado, separado de su ex en términos que al principio desconocemos, viviendo con sus padres en un ambiente no del todo amigable. Tiene que recobrar la relación con Julien (Thomas Gioria), su hijo de once años, que no tiene ganas de verlo. Antoine tampoco parece muy dispuesto a reconquistarlo, sino más bien a hacer valer su derecho de tenerlo unos días a la semana.

La relación de Antoine y Julien parece ser en principio el corazón de la película, con un trabajo milagroso del chico Gioria, pero el guión después se posa en el personaje de Joséphine (Mathilde Auneveux), la hija mayor, con sus problemas propios. En realidad por momentos la película parece perder el rumbo, en una movida que, con el final presente, parece más bien un truco para desorientarnos y dejarnos indefensos para lo que vendrá. Un poco como el futbolista que quiebra la cintura.

Custodia compartida es una película curiosa. Siempre recuerdo una frase de la extraordinaria El camino del samurai, de Jim Jarmusch: el final es importante en todas las cosas. Por eso las buenas películas con un final fallido un poco se anulan. ¿Pero qué pasa cuando una película es floja y cobra sentido recién con un final potente? No tengo una respuesta concreta. Pero es cierto que salí del cine impresionado, y eso ya es más de lo que puede decirse de otras películas parecidas.