Cuatro muertos y ningún entierro

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Hace tiempo que esperabamos la llegada de "A film with me in it". Fue una película de mediana reputación allá por el 2009 en su país de origen, Irlanda, y viajó por algunos festivales cosechando algunos premios. Nada rutilante, pero catapultó a su realizador, Ian Fitzgibbon a manejar presupuestos más importantes ("Perrier's bounty", por ejemplo) y a ir armando una carrera respetable. O sea, esta realización pudo mostrar que el hombre tenía buen manejo para contar historias grises y darles el típico sabor anglosajón absurdo y solemne, a la vez, que le queda tan bien a esta filmografía.
Tengo que confesar que me encanta el humor negro. Realmente, todo lo que sea al borde del mal gusto, que te sentís mal por reírte te algo, a mí me encanta. Conmigo funciona el humor de Ricky Gervais y conmigo funciona el humor de esta película.
El film se centra en dos personajes: Mark (Doherty, quien curiosamente la escribió) y Pierre (Dylan Moran). Ambos son un poco soñadores y mientras el primero aspira a ser actor, el segundo escribe y quiere dirigir. No sabemos cuan talentosos son, pero de lo que estamos seguros es de que a Mark le robaron la suerte cuando nació y que Pierre lo único que hace bien es tomar.
Como si esto fuera poco, Mark vive con su hermano David (O' Doherty) que está en una silla de ruedas y con su ex novia, que todavía no tiene dinero para mudarse pero es todo lo que quiere porque ya no puede tolerar tanta miseria. El departamento se cae a pedazos y es un peligro absoluto. A partir de este momento, todo en la casa augura una muerte segura.
De las formas más insólitas, el suelo del departamento se irá llenando de cuerpos (!!) y las elucubraciones de los dos personajes principales provocarán una carcajada tras otra.
El film realmente tiene muy poco dinero encima, pero no necesita demasiadas cosas. El que se va buscando una gran producción, esta no lo es. Casi todo trascurre en un estudio y el único actor con renombre que tienen, aparece casi al final y no lo quiero decir para no revelar la sorpresa.

Todo el escenario, entonces, tiene un aire de abandono y decadencia que acentúa la mala suerte del personaje.
Con diálogos simples y gags justos (creo que lo mejor que tiene la película es que no intenta ser graciosa y sin embargo lo es), la fantasía de dos personajes que anhelan participar en films los ayudará a ir creando uno, basándose en la dinámica de discutir qué haría tal o cual personaje.
Como decía Oscar Wilde, “la ficción anticipa la realidad”. Para no perdérsela, pero las almas sensibles o de humor convencional…bueno, ya avisé el tono del film!