Cuando ya no esté

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Un ingeniero con una vida rutinaria recibe una noticia que lo trastoca todo: padece una enfermedad incurable y le quedan apenas unos meses de vida. Llega entonces la hora de enfrentar un camino distinto, de trazar balances, de reconocer errores y también de cumplir deseos. El protagonista de esta historia se siente lógicamente abrumado por su nueva situación y la relación con su pareja refleja esa crisis, hasta que la aparición inesperada de un personaje peculiar le empieza a señalar un posible rumbo.

Originalmente, Martín Viaggio -director también de A quién llamarías (2009) y Amando a Carolina (2018)- recibió de manos de un productor de cine argentino de los años 60, Guillermo Smith, un relato corto que imaginó como base de una película. Aquel cuento inspiró un guion difuso con un argumento central que, por sus características, corría el riesgo de caer rendido a la solemnidad y el sentimentalismo. Y más que intentar esquivar esos problemas, Cuando ya no esté los abraza con una voluntad inquebrantable. Es el profesionalismo de actores con mucha trayectoria como Noemí Frenkel, Marcos Woinski y sobre todo Gustavo Garzón, concentrado en entender su papel y resuelto a involucrarse emocionalmente en ese desafío, los que mantienen a flote un film que muchas veces parece ir a la deriva, oscilando entre los lugares comunes subrayados con planos en cámara lenta y una atmósfera esotérica creada artificialmente para dar paso a un surtido de moralejas pedestres.