Crímenes ocultos

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Puede parecer un dato menor, pero cuando todavía se produzcan películas que analicen el desarrollo humano desde su vocación por dañar al otro, someterlo, vejarlo, podremos seguir vislumbrando la esperanza de esclarecer hechos oscuros que nos siguen repercutiendo a pesar del correr de los años para saber hacia qué lugar no hay que volver.
“Crimenes Ocultos” (USA, 2015), de Daniel Espinosa, adapta el best seller de Tom Rob Smith y enmarca la acción en la Rusia comunista a principios de los años cincuenta en la que la muerte, el hambre y la desidia eran cosa común para aquellos alejados al régimen.
Cuando el agente Leo Demidov (un impresionante Tom Hardy) decide dejar de colaborar con el gobierno y desatender a la última misión de búsqueda y persecución que le asignan, el filme comienza con una vorágine de violencia en la que el escape y la búsqueda de un misterioso asesino de niños solitarios serán el vector de una narración a la vieja usanza que prima los climas y las atmósferas por sobre la acción.
No es que en este drama bélico el combate esté ausente, todo lo contrario, la primera escena es una recreación vívida y verosímil de uno de los últimos enfrentamientos, con sangre, armas, tiros y toda la parafernalia que el cine actual puede utilizar, pero rápidamente Espinosa decide virar el filme hacia los conflictos personales y particulares de los protagonistas, que más allá de intentar seguir en el buen camino, serán amenazados por el ejército constantemente y verán cómo sus decisiones pueden afectarse aún sabiendo qué es lo que deben hacer.
Leo (Hardy) recibe la indicación del Mayor Kuzmin (Vincent Cassel) de entregar a una espía, una mujer, que no termina siendo otra que la propia mujer del agente (Noomi Rapace). Al negarse a hacerlo, a investigarla, a dudar de ella, y menos cuando se entera que está embarazada, es expulsado de las fuerzas y enviado a una lejana localidad en la que el rango militar que le otorgarán es el menor.
Así Leo y Raisa (Rapace) verán como todo el mundo le da vuelta la cara, aún sabiendo que el siempre fue uno de los pilares de la comunidad. Pero además del sufrimiento de la pareja habrá el regodeo con su caída por parte de Wasilij (Joel Kinnaman), un agente que siempre compitió con Leo y que de su derrota sabe que puede hacer su propio triunfo.
Exiliado, expulsado, abandonado, deberá rearmarse bajo las órdenes del General Nesterov (Gary Oldman), a quien expondrá un misterioso caso de desapariciones y muertes de niños solitarios, en su anterior lugar de vivienda y en el actual. Así, y realizando un pacto con su mujer, de quien desconfía, más luego de la sombra que el ejército dejó sobre ella, decidirán volver a su vieja ciudad para descubrir el paradero del asesino y así intentar, de alguna manera, recuperar el status que poseía él y liberarla a ella.
Espinosa narra de una manera épica, con sublimes tomas aéreas (que otorgan amplitud a la cada vez más cerrada y claustrofóbica trama), gran recreación de epoca y una dirección actoral en la que cada uno de los personajes es una oportunidad para otorgar una clase de actuación.
Hay escenas que impactan, peleas que duelen, y sobre todo hay una empatía con Leo instantánea, principalmente gracias a la interpretación de Hardy, un camaleón que se mete de lleno en Leo, un huérfano que pudo superar sus miserias y que necesita, o cree, del poder para afirmar su verdadera identidad.
“Crímenes Ocultos” analiza la sociedad desde una visión cosmogénica en la que la banalidad del mal permite y posibilita que un ser totalmente inofensivo termine dañando a otro, o en este caso a 44, en una época en la que la traición y la honestidad no eran moneda frecuente.
De visión imprescindible, detrás de su venta como blockbuster de época, hay mucho más que lo que se pueda imaginar, logrando captar la atención del espectador desde el primero al último de los minutos de metraje.